lunes, 13 de octubre de 2008

Fósiles de bacterias y bacterias enterradas

El mundo de la Geo[Micro]Biología lleva años en pleno desarrollo desde que J.W.Schopf publicara los (supuestos) fósiles más antiguos de la Tierra, atribuídos a cianobacterias. La posibilidad de detectar vida microbiana en las rocas saltó después, desde su búsqueda en la Tierra arcaica a su posible hallazgo en un meteorito marciano (el famoso ALH84001). Se abrió así el efervescente campo de la Geobiología, que encuentra insospechadas relaciones entre la actividad geológica y la biológica, tanto en la actualidad como en el registro geológico. No sólo se han desenterrado bacterias vivas a profundidades asombrosas, viviendo en el subsuelo a más de 1000 m de profundidad en el interior del basalto oceánico o del granito continental; también se han "despertado" bacterias fósiles que llevaban enterradas más de 200 millones de años, en cristales de sal evaporados del antiguo mar pérmico. Todo ello ha abierto un campo inmenso a los paleontólogos, que se encuentran junto con estratígrafos, petrólogos, microbiólogos y geoquímicos en congresos tan apasionantes como el que se ha celebrado en Göttingen (Alemania) la semana pasada.

Los asistentes al congreso de Göttingen hemos aprendido mucho sobre microbialitas, estromatolitos, tapices microbianos, biomarcadores químicos, filotipos genéticos, EPS (exo-polymeric substances) y sofisticadas técnicas de imagen y análisis, conectando procesos vitales y minerales hasta admitir que "la vida es una fuerza geológica", como escribió Peter Westbroek. Técnicas de microscopía laser y de rayosX permiten observar a nano-escala los microrganismos y la mineralización inducida por ellos, la espectrometría Raman, EDX y microsondas identifican los elementos y los compuestos químicos, mientras que análisis biomoleculares detectan las secuencias génicas y metabolitos. Los expertos discuten el origen biótico o abiótico de estromatolitos y otras rocas laminares bandeadas particulares, y llegan a concluir que hasta las famosas calizas litográficas de Solnhofen (con sus fósiles señeros, como Archaeopteryx) son un inmenso estromatolito biogénico.

Siguen abiertas cuestiones tan apasionantes como el tipo de océano primitivo (¿ácido o alcalino?), el inicio de la actividad biótica en la Tierra, los criterios para detectar la vida y la fotosíntesis en el registro geológico y en el espacio extraterrestre, y si la proliferación microbiótica está o no relacionada con la ausencia de metazoos (antes de su aparción o en episodios críticos como extinciones en masa).

La Geobiología es una interfase muy activa de encuentro entre geólogos y biólogos; y al igual que los microorganismos, las innovaciones proliferan en las interfases.

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