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miércoles, 15 de junio de 2011

Breve historia de la Paleontología, III: presente y futuro de la disciplina

En la actualidad nos encontramos en una fase de consolidación de las diferentes áreas de la Paleontología, dirigiéndonos hacia la transición a una fase de mayor integración entre ellas. Además, continuará la presente tendencia hacia la desaparición de barreras frente a otras disciplinas dentro de las Ciencias de la Tierra y la Vida, como puede observarse, por ejemplo, en la proliferación de aproximaciones holísticas al sistema global que incluye Litosfera, Biosfera, Hidrosfera y Atmósfera, lo que se ha dado en llamar “Sistema Tierra” o Geobiosfera, o con la creciente colaboración entre biólogos moleculares y paleontólogos para el desarrollo de filogenias de consenso (Asher, 2009) y de lo que se ha denominado Paleontología molecular (Schweitzer, 2003). La Paleontología también tendrá una gran influencia en el futuro progreso de la biología del desarrollo, la tan conocida evo-devo, proporcionando ejemplos de procesos ontogénicos en multitud de nodos basales del Árbol de la Vida, así como argumentos para entender el desarrollo de diferentes fenotipos o, por ejemplo, la influencia de los condicionantes ambientales en la ocupación de los morfoespacios teóricos (Jablonski, 2009). Finalmente, el nuevo campo de estudio que constituye la Paleohistología supondrá una renovación de las ideas acerca de, por ejemplo, la fisiología y los ciclos vitales de las especies extintas (Köhler & Moyà-Solà, 2009).


No obstante, creo necesario recalcar que el tratamiento sistemático de especímenes recolectados en el campo y organizados en las colecciones de los museos para su posterior análisis constituye los cimientos en los que se apoya la Paleontología, de un modo tan crucial como para cualquier otra disciplina basada en datos neontológicos. Por tanto, este tipo de estudios debe continuar de manera tan enérgica como hasta ahora, y así poder abordar con ciertas garantías de éxito la tarea de explorar las nuevas líneas de investigación que se desarrollen a medio plazo. Esas nuevas áreas de trabajo quizás se pudieran resumir, sin pretensión de ser exhaustivos, en una serie de puntos principales que probablemente serán preponderantes en el progreso futuro de los estudios paleontológicos.

En primer lugar, podemos mencionar la continuidad de los estudios de la evolución biológica, cuestión que sigue siendo un tema de máxima actualidad. Los fósiles constituyen la documentación tangible de la existencia de procesos evolutivos, y el desarrollo de bases de datos globales asociadas de manera evidente a especímenes concretos en colecciones de museos, incluyendo no sólo cuestiones de tipo sistemático y temporal sino también datos geográficos explícitos, permitirá un mayor grado de integración de esta información en nuestras aproximaciones al funcionamiento de la evolución. Del mismo modo, la integración de todos estos datos paleontológicos en el desarrollo de un consenso sobre el “Árbol de la Vida” permitirá un mejor conocimiento de los procesos evolutivos a través del uso de las metodologías propias de los estudios comparativos basados en técnicas estadísticas de “corrección filogenética” (Brusatte et al., 2011). Igualmente, una aplicación explícita de técnicas de análisis comparativo a nivel geográfico y temporal permitirá valorar la regularidad de los procesos evolutivos en determinadas circunstancias, por medio de la comparación de sucesiones bióticas de áreas alejadas o en periodos temporales diferentes. Particularmente, interesante resultará el desarrollo de los estudios sobre evolución de comunidades (van der Meulen et al., 2005; Boucot, 2009), que superan las nociones sistemáticas a nivel de especie para tratar de comprender cómo los procesos evolutivos actúan a escala de comunidad.

En relación con el contexto temporal y geográfico de los procesos evolutivos, cada vez resulta más patente la importancia de la paleoclimatología, lo cual se une al interés cada vez más marcado por el conocimiento de los procesos de cambio ambiental en relación con el calentamiento global en el que nos encontramos inmersos en la actualidad. El estudio de pasados análogos ambientales a nuestra situación actual nos permitiría conocer el comportamiento de los ecosistemas y las especies ante situaciones de cambio climático global (Blois & Hadly, 2009) y así predecir las posibles consecuencias ecológicas e incluso evolutivas que se pueden esperar en un futuro (Barnosky, 2009; Dietl & Flessa, 2009; Willis & Bhagwat, 2010). De esta manera se podrán elaborar políticas de conservación de especies frente al cambio climático, por medio de políticas de gestión de reubicaciones o de desarrollo de corredores ecológicos eficientes en una situación de cambio climático, o mediante la tipificación de características propias de especies con tendencia a extinguirse, permitiendo la temprana identificación de las especies actuales que en función de las mismas debieran ser objetivo prioritario de conservación.

Dada la importancia creciente del estudio comparativo de situaciones análogas, el adecuado desarrollo de estos trabajos ha de pasar necesariamente por la integración de datos paleontológicos y neontológicos, tanto en el caso de los estudios paleoclimáticos (Hernández Fernández, 2001; Hernández Fernández et al., 2007) como en los macroevolutivos (Hernández Fernández & Vrba, 2005; Moreno Bofarull et al., 2008). En este sentido, la amplia literatura macroecológica sobre las causas y consecuencias del tamaño corporal o del área de distribución, que también plantean grandes cuestiones en torno a la capacidad de supervivencia de las especies, así como a su representatividad en el registro fósil, puede igualmente proporcionar un vehículo para la integración espacio-temporal de la estructura dinámica de la diversificación biológica (Vrba & DeGusta, 2004; López-Martínez, N. 2009; Smith et al., 2010; Cantalapiedra et al., en prensa).

No obstante, como consecuencia de estos estudios de integración y de búsqueda de análogos ecológicos, también aumentará nuestra comprensión de situaciones para las que no se conocen análogos en la actualidad (Cheddadi et al., 2006; Salzmann et al., 2009). Esto permitirá alcanzar un mejor entendimiento del funcionamiento del Sistema Tierra, por lo menos en las relaciones existente entre ambientes y biotas, los cuales se influyen de manera recíproca.


El planteamiento de nuevas técnicas de análisis también hará mella en los estudios paleoecológicos, probablemente con aproximaciones estadísticas en relación con los modelos de ecuaciones estructurales (Simpson & Harnik, 2009), con el planteamiento de la importancia de la existencia de cuestiones de escala en los análisis (Badgley, 2003; Benton, 2009), o con la estricta separación de señales paleobiológicas, tafonómicas y de muestreo en el registro fósil (Alroy & Hunt, 2010). Todo ello provocará una renovación en el debate sobre la influencia relativa de los factores externos -cambios climáticos e interacciones bióticas, principalmente, pero no de manera exclusiva- (van Dam et al., 2006; Palombo et al., 2009) frente a los internos -restricciones de desarrollo- (Marugán Lobón & Buscalioni, 2009) en los procesos macroevolutivos.

Para terminar, igual que la sistemática debe ser la base sobre la que se sustente cualquier área de investigación en Paleontología, muchos estudios “tradicionales” en nuestra disciplina continuarán haciendo posible la profundización de nuestros conocimientos sobre la Historia de la Tierra. Entre ellos, destacan los trabajos encaminados a refinar las escalas cronoestratigráficas. Asimismo, la investigación de ciertos yacimientos sedimentarios de interés económico sólo puede realizarse con un estudio previo, paleontológico y estratigráfico muy detallado. Este tipo de trabajos, aunque quizás no copen las portadas de los medios de comunicación, seguirán constituyendo una parte muy importante de nuestra disciplina.


Referencias
  • Alroy, J. & Hunt, G. (eds.). 2010. Quantitative Methods in Paleobiology. The Paleontological Society Papers, 16.
  • Asher, R. 2009. “Molecules vs. morphology”: welcoming the end of an era. Journal of Vertebrate Paleontology, 29: 56A.
  • Badgley, C. (2003) The multiple scales of biological diversity. Paleobiology, 29:11-13.
  • Barnosky, A.D. (2009) Heatstroke: Nature in the Age of Global Warming. Island Press, Washington.
  • Benton, M.J. (2009) The Red Queen and the Court Jester: Species Diversity and the Role of Biotic and Abiotic Factors Through Time. Science, 323: 728-732.
  • Blois, J.L. & Hadly, E.A. (2009) Mammalian response to Cenozoic climatic change. Annual Review of Earth and Planetary Sciences, 37: 181-208.
  • Boucot, A.J. (2009) Punctuated equilibrium versus community evolution. En: The Paleobiological Revolution (eds.: Sepkoski, D. & Ruse, M.), pp. 433-458. The University of Chicago Press, Chicago.
  • Brusatte, S.L., Montanari, S., Yi, H.-Y, & Norell, M.A. (2011) Phylogenetic corrections for morphological disparity analysis: new methodology and case studies. Paleobiology, 37: 1-22.
  • Cantalapiedra, J.L., Hernández Fernández, M., Alcalde, G.M., Azanza, B., DeMiguel, D., & Morales, J. (en prensa). Ecological correlates of ghost lineages in ruminants. Paleobiology.
  • Cheddadi, R., de Beaulieu, J.-L., Jouzel, J., Andrieu-Ponel, V., Laurent, J.-M., Reille, M., Raynaud, D. & Bar-Hen, A. (2006) Notre interglaciaire a-t-il un analogue dans le passé?
Medicine Sciences, 22: 107-109.
  • van Dam, J. A., Abdul Aziz, H., Álvarez-Sierra, M. A., Hilgen, F. J., van den Hoek Ostende, L. W., Lourens, L. J., Mein, P., van der Meulen, A. J. & Pelaez-Campomanes, P. (2006) Long-period astronomical forcing of mammal turnover. Nature, 443: 687–691.
  • Dietl, G. & Flessa, K. (eds.). (2009) Conservation Paleobiology: Using the Past to Manage for the Future. The Paleontological Society Papers, 15.
  • Hernández Fernández, M. (2001) Bioclimatic discriminant capacity of terrestrial mammal faunas. Global Ecology and Biogeography, 10: 113-128.
  • Hernández Fernández, M., Álvarez Sierra, M.A. & Peláez-Campomanes, P. (2007) Bioclimatic analysis of rodent palaeofaunas reveals severe climatic changes in Southwestern Europe during the Plio-Pleistocene. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 251: 500-526.
  • Hernández Fernández, M. & Vrba, E.S. (2005) Macroevolutionary processes and biomic specialization: testing the resource-use hypothesis. Evolutionary Ecology, 19: 199-219.
  • Jablonski, D. (2009) Paleontology in the Twenty-first Century. En: The Paleobiological Revolution (eds.: Sepkoski, D. & Ruse, M.), pp. 471-417. The University of Chicago Press, Chicago.
  • Köhler, M. & Moyà-Solà, S. (2009) Physiological and survival strategies of a fossil large mammal in a resource-limited environment. Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, 106: 20354-20358.
  • López-Martínez, N. (2009) Time asymmetry in the palaeobiogeographic history of species. Bulletin Société Géologique de France, 180: 45-55.
  • Marugán-Lobón, J. & Buscalioni, A.D. (2009) New Insight on the Anatomy and Architecture of the Avian Neurocranium. Anatomical Record-Advances in Integrative Anatomy and Evolutionary Biology, 292: 364-370.
  • van der Meulen, A.J., Peláez-Campomanes, P. & Levin, S.A. (2005) Age structure, residents, and transients of Miocene rodent communities. The American Naturalist, 165: E108-125.
  • Moreno Bofarull, A., Arias Royo, A., Hernández Fernández, M., Ortiz-Jaureguizar, E. & Morales, J. (2008) Influence of continental history on the ecological specialization and macroevolutionary processes in the mammalian assemblage of South America: differences between small and large mammals. BMC Evolutionary Biology, 8: 97 (doi:10.1186/1471-2148-8-97).
  • Palombo, M.R., Alberdi, M.T., Azanza, B., Giovinazzo, C., Prado, J.L. & Sardella, R. (2009) How did environmental disturbances affect carnivoran diversity? A case study of the Plio-Pleistocene Carnivora of the North-Western Mediterranean. Evolutionary Ecology, 23: 569-589.
  • Salzmann, U., Haywood, A.M. & Lunt, D.J. (2009) The past is a guide to the future? Comparing Middle Pliocene vegetation with predicted biome distributions for the twenty-first century. Philosophical Transactions of the Royal Society of London, A, 367: 189-204.
  • Schweitzer, MH. (2003) The Future of Molecular Paleontology. Palaeontologia Electronica, 5.
  • Simpson, C., and P.G. Harnik. (2009) Assessing the role of abundance in marine bivalve extinction over the post-Paleozoic. Paleobiology, 35: 631-647.
  • Smith, F.A., Boyer, A.G., Brown, J.H., Costa, D.P., Dayan, T., Ernest, S.K., Evans, A.R., Fortelius, M., Gittleman, J.L., Hamilton, M.J., Harding, L.E., Lintulaakso, K., Lyons, S.K., McCain, C., Okie, J.G., Saarinen, J.J., Sibly, R.M., Stephens, P.R., Theodor, J. & Uhen, M.D. (2010) The evolution of maximum body size of terrestrial mammals. Science, 330: 1216-1219.
  • Vrba, E. S. & DeGusta, D. (2004) Do species populations really start small? New perspectives from the Late Neogene fossil record of African mammals. Philosophical Transactions of the Royal Society of London B, 359: 285-293.
  • Willis, K.J. & Bhagwat, S.A. (2010) Questions of importance to the conservation of global biological diversity: answers from the past. Climate of the Past Discussions, 6: 1139-1162.

lunes, 6 de junio de 2011

Breve historia de la Paleontología, II: el siglo XX

A finales del siglo XIX, tras el desarrollo de la teoría evolutiva basada en la selección natural, numerosos museos fueron creados tanto en Europa como en Norteamérica para exhibir al público los descubrimientos realizados por las cada vez más abundantes expediciones de recolección de fósiles, así como para fomentar su estudio científico. Es la época de paleontólogos tan reconocidos como Jean Albert Gaudry (1827-1908), Thomas Henry Huxley (1825-1895), Othniel Charles Marsh (1831-1899), Edward Drinker Cope (1840-1897), Henry Fairfield Osborn (1857-1935), Eugène Dubois (1858-1940) u Otto Jaekel (1863-1929), y de descubrimientos tan reputados como el esqueleto casi completo de Iguanodon de Bernissart, los especimenes de Archaeopteryx de Solnhofen, los innumerables dinosaurios del Norteamérica, la fauna miocena de Pikermi, los múltiples équidos del Terciario del Oeste de los Estados Unidos o los restos de “Pithecanthropus” en Java.


Sin embargo, y a pesar del relanzamiento de los estudios paleontológicos, una buena parte de la disciplina permaneció restringida el estudio morfológico e incluso las ideas evolutivas basadas en la selección natural no fueron plenamente aceptadas por la mayoría de los paleontólogos durante las primeras décadas del siglo XX (Bowler, 1990). Muchos trabajos se podrían adscribir a una especie de Neo-Lamarckismo basado en el concepto de recapitulación, según el cual los procesos ontogenéticos podían extenderse para dar lugar a procesos evolutivos. La existencia de evidencias de evolución paralela tuvo como consecuencia el desarrollo del concepto de ortogénesis, basado en la existencia de fuerzas internas a los organismos y que dirigían su evolución. Hubo de esperarse hasta la década de los 40, cuando George Gaylord Simpson (1902-1984) publicó "Tempo and Mode in Evolution" y se desarrolló plenamente la Síntesis Evolutiva Moderna, para que los paleontólogos abrazasen sin reparos los estudios evolutivos. A partir de ese momento proliferaron los trabajos que planteaban escenarios evolutivos basados en la selección natural y hubo un mayor interés por aspectos microevolutivos en poblaciones locales.

La aceptación en los años 60 del siglo XX y posterior desarrollo de la tectónica de placas supuso una nueva revolución teórica a la que la disciplina de la Paleontología tuvo que adaptarse, abandonando las propuestas de puentes terrestres e hundimientos continentales como maneras de explicar la distribución geográfica de los organismos actuales y pasados. Por otro lado, en el campo de la Biología se produjo un progresivo incremento del interés por los estudios ecológicos, en relación con la creciente percepción del impacto antrópico en los ecosistemas. Dentro de nuestra disciplina, el desarrollo de estas áreas de investigación tuvo como resultado un aumento de los estudios paleobiogeográficos y paleoecológicos (Valentine, 1990). Además, también comenzó por aquel entonces el estudio de las primeras formas de vida terrestre (Awramik, 1971) y se confirmó la preeminencia de la biota de Ediacara (Glaessner, 1959), lo cual propulsó los estudios de fósiles precámbricos. Esas son también las fechas de la reapertura de las excavaciones en Burgess Shale (Briggs et al., 1994; Conway Morris, 1998). Estos trabajos pusieron de manifiesto la complejidad de los eventos evolutivos que dieron lugar a los filos modernos.


Finalmente, los años 70 del siglo XX vieron el surgir de los estudios macroevolutivos a partir del trabajo de Niles Eldredge y Stephen Jay Gould (1972) sobre el “equilibrio puntuado”, que marcará un cambio de paradigma frente al gradualismo filético imperante hasta el momento. El desarrollo de esta pugna entre gradualismo y puntuacionismo a lo largo de las siguientes décadas ha tenido su reflejo en un debate paralelo sobre las causas últimas de los procesos evolutivos, que pueden verse tanto en las interrelaciones ecológicas dentro de las comunidades, del modo propuesto por ejemplo en la “Teoría de la Reina Roja” de Leigh Van Valen (1973), como en la existencia de factores externos (cambios climáticos, movimientos tectónicos, etc…) que fuerzan la evolución de los organismos como propone Elisabeth S. Vrba (1980, 1992) en la "Teoría del Hábitat". Estos dos enfoques, son herederos de las diferentes perspectivas que mantenían Darwin y Wallace acerca del principal motor evolutivo; mientras el primero enfatizaba la competencia entre individuos para incrementar la supervivencia y la reproducción, el segundo daba mayor preponderancia a la biogeografía y las presiones ambientales sobre las especies. Derivaciones de estas líneas de investigación se pueden ver en los trabajos relacionados con lo que se conoce como “selección de especies” (Stanley, 1975), o el estudio de la diversificación biológica (Sepkoski, 1978) y las extinciones en masa (Raup & Sepkoski, 1984; Jablonski, 1986).

En las últimas décadas del siglo XX y en lo que llevamos de siglo XXI el énfasis se ha desplazado hacia el desarrollo de nuevas técnicas y métodos para responder al mismo tipo de preguntas que ya se vienen haciendo desde hace tiempo: ¿Cómo eran y cómo vivían los organismos extintos a los que pertenecen los fósiles que estudiamos? ¿Cómo se relacionan filogenéticamente, entre ellos y con los organismos actuales? ¿Cuál fue la estructura biogeográfica y ecológica de la Biosfera en el pasado? ¿Cómo operan los procesos evolutivos? Para responder a estas cuestiones se está profundizando en aspectos tales como la morfología funcional, la ecomorfología, la filogenia cladista o la modelización cuantitativa y cualitativa, además de establecerse nuevos lazos de colaboración con otras disciplinas con el desarrollo de la microestratigrafía, la geoquímica, la paleosinecología o la morfometría geométrica (Hoffman, 1990).


Referencias
  • Awramik, S.M. (1971) Precambrian Columnar Stromatolite Diversity: Reflection of Metazoan Appearance. Science, 174: 825-827.
  • Bowler, P.J. (1990) Darwin to Plate Tectonics. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 543-547. Blackwell, Oxford.
  • Briggs, D.E.G., Erwin, D.H. & Collier, F.J. (1994) The Fossils of the Burgess Shale. Smithsonian Institution, Washington.
  • Conway Morris, S. (1998) The Crucible of Creation: The Burgess Shale and the Rise of Animals. Oxford University Press, Oxford.
  • Eldredge, N. & Gould, S.J. (1972). Punctuated equilibria: an alternative to phyletic gradualism. En: Models in Paleobiology (ed.: Schopf, T.J.M.), pp. 82-115. Freeman Cooper, San Francisco.
  • Glaessner, M.F. (1959) The oldest fossil faunas of South Australia. International Journal of Earth Sciences, 47: 522-531.
  • Hoffman, A. (1990) The Past Decade and the Future. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 550-555. Blackwell, Oxford.
  • Jablonski, D. (1986) Background and mass extinctions: the alternation of macroevolutionary regimes. Science, 231: 129-133.
  • Raup, D.M. & Sepkoski, J.J. (1984) Periodicity of extinctions in the geologic past. Proceedings of the Nacional Academy of Sciences of the USA, 81: 801-805.
  • Sepkoski, J.J. (1978) A kinetic model of Phanerozoic taxonomic diversity. I. Análisis of marine orders. Paleobiology, 4: 223-251.
  • Simpson, G.G. (1944) Tempo and Mode in Evolution. Columbia University Press, New York.
  • Stanley, S.M. (1975) A theory of evolution above the species level. Proceedings of the Nacional Academy of Sciences of the USA, 72: 646-650.
  • Valentine, J.W. (1990) Plate Tectonics to Paleobiology. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 547-550. Blackwell, Oxford.
  • Van Valen, L. (1973) A new evolutionary law. Evolutionary Theory, 1: 1-30.
  • Vrba, E.S. (1980) Evolution, species, and fossils: How does life evolve? South African Journal of Science, 76: 61-84.
  • Vrba, E.S. (1992) Mammals as a key to evolutionary theory. Journal of Mammalogy, 73: 1-15.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Breve historia de la Paleontología, I: de los inicios a Darwin

Las observaciones de fósiles se han documentado desde la Antigüedad Clásica, siendo dos pensadores griegos del siglo VI AC, Anaximandro y Jenófanes, los primeros en tratar estas cuestiones de manera explícita. Mientras que Anaximandro teorizó que todos los seres vivos proceden de seres distintos que al principio vivían en el barro, Jenófanes trató de contar la historia de la Tierra basándose en la existencia tierra adentro de impresiones de peces fósiles y restos de conchas y organismos marinos. No obstante, gran parte de la relación entre el mundo clásico y los fósiles se realizó a la luz de las leyendas sobre tiempos anteriores a la era de sus contemporáneos (héroes gigantes, cíclopes, grifos, dragones, etc…). En cualquier caso, los griegos que tenían contacto con evidencias fósiles ya eran conscientes de su antigüedad y de que pertenecían a seres extintos, admitiendo que no formaban parte de la naturaleza que les rodeaba (Sarris & Narváez Padilla, 2009).

Durante la Edad Media Avicena (980-1037) también discutió el origen de los fósiles, proponiendo una teoría de fluidos petrificantes en su obra El Libro de la Curación. Por otro lado, el naturalista chino Shen Kuo (1031-1095) usó fósiles marinos encontrados en montañas para inferir la existencia del proceso de regresión marina. Asimismo propuso una teoría de cambios climáticos graduales basada en la existencia de fósiles de bambú petrificado en una zona cuyo clima contemporáneo no podría sustentar a este tipo de plantas.


Al inicio del Renacimiento, Leonardo da Vinci (1452-1519) concibe los procesos de sedimentación y fosilización que fueron expandidos por Niels Stensen (1638-1686) y Gottfried Leibniz (1646-1716), los cuales sentaron las bases de la Estratigrafía y la Paleontología al establecer que los fósiles son restos de seres vivos, que vivieron donde ahora se encuentran, antes de formarse la roca que los contiene (Meléndez, 1998). No obstante, la discusión acerca del origen de los fósiles continuó durante todo el siglo XVII. Uno de los principales defensores del origen orgánico de los fósiles fue Robert Hooke (1635-1703) que propuso la existencia de filtraciones de agua para explicar la petrificación de los restos orgánicos originales (Thackray, 1990). Con el avance del siglo XVIII se aceptó la propuesta del origen biótico de los fósiles y para cuando Linneo (1707-1778) publicó su Systema Naturae los fósiles fueron tratados y nombrados como el resto de seres vivos.

Pero no fue hasta finales del siglo XVIII que se pudo establecer la Paleontología como ciencia independiente, a partir del desarrollo de los trabajos de Georges Cuvier (1769-1832) en anatomía comparada de vertebrados, que le llevaron a establecer su ley de la correlación orgánica según la cual podía servirse de restos fragmentarios para poder identificar una especie extinta. También estableció la existencia de cataclismos geológicos que explicarían las “revoluciones” faunísticas que había observado en los sedimentos de Montmartre.

El número de especialistas en diferentes grupos sistematicos fue aumentando de manera continua, con lo que el desarrollo de la disciplina se aceleró a lo largo del siglo XIX. Dos geólogos ingleses tuvieron especial importancia en la primera mitad del siglo. William Smith (1769-1839) descubrió que los estratos del Lías del Sur de Inglaterra podían diferenciarse en función de su contenido fosilífero, sentando las bases de la Paleontología estratigráfica. Charles Lyell (1797-1875) propugnó que no se podía atisbar ningún signo de progresión en el registro fósil; que no había argumentos para afirmar que las formas fósiles fuesen “inferiores” a las actuales. No había evidencia de que los tipos de seres vivos, las condiciones ambientales o los procesos geológicos hubiesen sido nunca diferentes de lo que se encuentra en la actualidad. Con ello estableció el principio del uniformitarismo, que ha regido los estudios geológicos desde entonces. La influencia de estos dos investigadores tuvo como resultado que la Paleontología se convirtiese en una herramienta auxiliar de la Geología. Su objetivo principal era establecer un catálogo de fósiles lo más completo posible, que fuese útil para poder determinar la edad de los estratos que los contuviesen (Meléndez, 1998). Esta mentalidad tuvo como resultado la aparición de la obra enciclopédica del paleontólogo alemán Karl A. Von Zittel (1839-1904) Handbuch der Palaeontologie.


No obstante, el desarrollo de la teoría evolutiva basada en la selección natural (Darwin & Wallace, 1858) y la publicación en 1859 de El Origen de las Especies de Charles R. Darwin (1809-1882) tuvo una gran repercusión en los estudios paleontológicos. Aunque él se quejaba de la imperfección del registro fósil para poder corroborar plenamente su teoría sobre la evolución por medio de selección natural (dedica un capítulo entero al tema), la existencia de fósiles que podían reconocerse como antecesores de la fauna actual es una de las pruebas decisivas a favor de la existencia de los procesos evolutivos. A partir de ese momento el estudio de los fósiles también supuso un trabajo de documentación de la evolución pasada de los seres vivos, suponiendo un área de trabajo nueva y propia de la disciplina paleontológica.


Referencias
  • Darwin, C.R. (1859) On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life. John Murria, Londres.
  • Darwin, C.R. & Wallace, A.R. (1858) On the tendency of species to form varieties; and on the perpetuation of varieties and species by natural means of selection. Journal of the Proceedings of the Linnean Society of London, Zoology, 3: 46-50.
  • von Linneo, K. (1758) Systema naturae, sive regna tria naturae systematice proposita per secundum classes, ordines, genera, & species, cum characteribus, differentiis, synonymis, locis. 10ª Ed. Estocolmo.
  • Meléndez, B. (1998) Tratado de Paleontología, Vol. I. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.
  • Sarris, I. & Narváez Padilla, I. (2009) Hallazgos paleontológicos y su interpretación en la Grecia Clásica. Paleolusitana, 1: 431-440.
  • Thackray, J.C. (1990) Before Darwin. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 537-543. Blackwell, Oxford.
  • Von Zittel, K.A. (1880) Handbuch der Palaeontologie. Oldenbourg, Munich.

martes, 9 de diciembre de 2008

Breve historia de los EJIPs

Un nuevo Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología (EJIP) se atisba en el horizonte, y por primera vez se realizará fuera de nuestras fronteras. Creo que, por tanto, es un buen momento para rememorar brevemente la historia de estos encuentros.


Como nos cuentan desde Paleoymas, El EJIP surgió como una iniciativa de los jóvenes paleontólogos vinculados a la Universidad de Zaragoza en el que se pretendía transmitir las experiencias adquiridas y compartir las lineas de trabajo propias con los “colegas” que están iniciando su camino en la investigación.


A lo largo de los años el EJIP se ha ido convirtiendo en la reunión de referencia para todos aquellos estudiantes de las universidades ibéricas (y algunos otros europeos) con intereses en torno a la Paleontología. También ha servido para mostrar la multitud de ámbitos en los cuales se desarrolla la investigación paleontológica en nuestro país, incluyendo su utilidad social, tanto en el seguimiento de las obras para realización de infraestructuras como en la aplicación a tareas educativas a diferentes niveles.

Uno de los aspectos más celebrados del EJIP es la decisión, que se tomó desde el segundo encuentro, de publicar un volumen especial que reune las versiones extendidas de todos los trabajos presentados en el congreso. De esta manera resulta posible difundir el trabajo que realizan nuestros jóvenes investigadores por medio del intercambio de estos volúmenes en la mayor parte de las universidades españolas y a muchas extranjeras.

Por ahora, este evento ha recorrido la geografía española, habiéndose celebrado en seis ciudades diferentes hasta el momento. Y en la septima ocasión, se celebrará en el país vecino, Portugal. Aquí podéis ver las diferentes poblaciones en donde se ha celebrado tan interesante congreso:

“I Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología”, celebrado en Ariño (Teruel) del 24 al 26 de Abril de 2003

“II Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología”, celebrado en Macastre (Valencia) del 23 al 25 de Abril de 2004.
Publicación: Meléndez, G., Martínez-Pérez, C., Ros, S., Botella, H. & Plasencia, P. (Eds.). 2005. Miscelánea Paleontológica. Publicaciones del Seminario de Paleontología de Zaragoza, 6.

“III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología”, celebrado en Fumanya (Barcelona) del 15 al 17 de Abril de 2005.
Publicación: Almaciga, S., Casanovas, I., Furió, M., Madurell, J., Marmi, J. & Vila, B. (Eds.). 2007. Actas del III Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología. Cenobita Edicions, Manresa.
Web

“IV Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología”, celebrado en Salamanca (Salamanca), del 25 al 28 de Mayo de 2006.
Publicación: Rico-García, A. (Ed.). 2008. IV Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología. Studia Geologica Salmanticensia, Volumen especial, 8.
Web

“V Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología”, celebrado en Cuenca (Cuenca), del 18 al 21 de Abril de 2007.
Publicación: Cambra Moo, O., Martínez Pérez, C., Chamero Macho, B., Escaso Santos, F., De Esteban Trivigno, S. & Marugán Lobón, J. (Eds.). 2007. Cantera Paleontológica. Diputación Provincial de Cuenca.
Algunas reacciones en internet: El Pakozoico, Paleoymas, El Cuaderno de Godzillín

“VI Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología”, celebrado en Alcalá de Henares (Madrid), del 3 al 5 de Abril de 2008.
Publicación: Esteve, J., Meléndez, G., Belaustegui, Z., Cuevas-González, J., Domingo, L., Esteve, J., Gómez Cano, A.R., Gómez Fernández, D., Hernández Fernández, M. & Páramo, Á. (Eds.). 2008. Palaeontologica Nova. Publicaciones del Seminario de Paleontología de Zaragoza, 8.
Algunas reacciones en internet: Investigación GeoPaleoBiológica en Somosaguas, El Pakozoico, Paleoymas, El Cuaderno de Godzillín

“VII Encontro de Jovens Investigadores em Paleontologia”, celebrado en Torres Vedras (Lisboa), del 7 al 10 de Mayo de 2009.
Publicación: Pérez García, A., Camilo Silva, B., Malafaia, E. & Escaso, F. (Eds.). 2009. Actas do VII Encontro de Jovens Investigadores em Paleontologia. Paleolusitana, 1.
Algunas reacciones en internet: El Pakozoico, Associaçao Leonel Trindade-Sociedade de História Natural, Grupo de Facebook (VII EJIP), El Cuaderno de Godzillín, Paleobiologia del Neógen Mediterrani, Jóvenes Paleoilustradores, Noticias de PMMV, Investigación GeoPaleoBiológica en Somosaguas,

"VIII Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología", se celebró en Enciso (Soria), del 22 al 24 de Abril de 2010.
Publicación: Moreno Azanza, M., Díaz-Martínez, I., Gasca, J.M., Melero-rubio, M., Rabal-Garcés, R. & Sauqué, V. (Eds.). 2010. VIII Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología, Volumen de Actas. Cidaris, 30.
"IX Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología", se celebró en Morella (Castellón), del 11 al 14 de Mayo de 2011.
Publicación: Pérez-García, A., Gascó, F., Gasulla, J.M. & Escaso, F. (Eds.). 2011. Viajando a Mundos Pretéritos. Ajuntament de Morella.

"X Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología", se celebró en Sot de Chera (Valencia), del 18 al 21 de Abril de 2012.
Publicación: Martínez-Pérez, C., Furió, M., Santos-Cuberdo, A. & Poza, B. (Eds.). 2012. Paleodiversity and Paleoecology of Iberian Ecosystems. Ayuntamiento de Sot de Chera.
Web
Algunas reaciones en internet: Geodiversia, DinoAstur, Noticias ICP, Noticias de PMMV, Aragosaurus, enRequena, Investigación GeoPaleoBiológica en Somosaguas, El Vinosaurio, Blog del Museo Paleontológico de Alpuente,

"XI Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología", se celebrará en Atarfe (Granada), del 17 al 20 de Abril de 2013.
Publicación:
Algunas reaciones en internet: 


Como vemos, la energía de nuestros jóvenes paleontólogos no se agota (ni tiene visos de llegar a hacerlo en un corto-medio plazo).

Para terminar, sólo quería pedir a los que puedan leer esta entrada que me facilitasen, si es posible, enlaces permanentes a los volúmenes del EJIP que conozcan. A medida que los vaya recibiendo iré incluyéndolos en su correspondiente lugar para de esa manera preparar una pequeña biblioteca virtual con todo este gran volumen de información que genera la investigación de nuestros paleontólogos más jóvenes. La idea es que esta entrada continúe creciendo a medida que el EJIP siga desarrollándose en el futuro.


También agradeceré los enlaces a las webs oficiales del I y II EJIPs (si existieran, que yo no las encontré).

Actualización (12 de Mayo de 2009): Se ha creado un Grupo de Facebook para aglutinar a todos los interesados en estos encuentros...