Bienvenidos a la ciencia y al espectáculo dados de la mano; al esperpento de los más freaks entre los freaks. Este es el palacio de la excentricidad donde se mezclan popes y becarios, inteligencia, tics nerviosos, brontosaurios, desesperación sexual y autocomplacencia. Bienvenidos al 68º Congreso de la Society of Vertebrate Paleontology.
Cuatro días en los que el Hotel Renaissance de Cleveland (Ohio, EE.UU.) se convirtió en el bastión más inexpugnable del evolucionismo frente al creacionismo y durante los cuales lo mismo podía uno asistir a una charla sobre el dimorfismo sexual en la pelvis de las vacas marinas del Eoceno egipcio que comprar estegosaurios de peluche, pujar por un hueso peneano de morsa o bañarse con Mark Norell en un jacuzzi. Como no tenía mucho dinero ni llevaba bañador me quedé en la primera opción, aunque pude asistir como testigo a todas las demás.
Llegué a Cleveland el martes por la noche y no conocía a nadie en la ciudad. Sólo sabía que tenía que encontrar a Robert Asher, así que decidí acercarme a la zona del Renaissance y cenar algo por allí antes de dar una vuelta por el hotel a ver si me lo encontraba. Al final no llegué al hotel, porque nada más terminar de cenar me encontré con unos jóvenes y jóvenas lugareños muy amables que me invitaron a tomar unos chismines con ellos.
Al día siguiente me presenté en el hotel a eso de las 8 para recoger los papeles, el programa, la acreditación… Cuando terminé hojeé el programa de conferencias para ver qué se ofrecía. Las tres opciones eran Gnathostomados, terciario y mamíferos viejunos. Decidido a encontrar a mi salvoconducto lo antes posible me decanté por la tercera opción. La conferencia versaba sobre Eutheria en el Paleógeno. "Auar morfolollical filolleni dont suport a monofiletic afroteria", decía el tipo. Busqué el rostro familiar. Nada. "…Leptictimorfa is faun tu bi de xenartan estem taxon…" Vaya tela. Finalmente tuve suerte. Para mi sorpresa, cuando miré en el programa cuál era la siguiente charla, leí: “9:00 Asher, R. MORPHOLOGICAL FEATURES OF A “MOLECULAR” CLADE: DEVELOPMENT IN A FROTHERIAN MAMMALS”. Así fue como me encontré con Robert después de tres meses desde que lo vi la última vez en Madrid, durante la excavación de Cerro de los Batallones.
Gracias a la gente que me fue presentando Robert y la que fui conociendo durante el catering (que no Catherine, que esa es otra) de recepción de congreso (que tuvo lugar en el Museo de Historia Natural de Cleveland) al final del primer día estaba bastante integrado. Conocí a mucha gente de mi edad que estaban más o menos perdidos en el evento, pero había bastante buen rollito en general. Así que ya tenía la base social para poder disfrutar del resto del congreso.
En el vestíbulo de hotel, las escaleras y los pasillos que comunicaban las salas de conferencias, la sala de los pósters y demás, siempre había gente. Todo el mundo con su acreditación y con el libro con el programa de eventos, esa especie de breviario pagano siempre bajo el brazo. Sin embargo no se da uno cuenta de lo que supone un evento de este calibre hasta que va a reservar mesa para la cena de clausura y ve que hay 80 mesas que ocupan por completo una sala enooooorme. Casi mil personas, todas paleontólogas, ¡¡y todas freaks!! Todo un abanico de campos de investigación, de enfoques, de metodologías. Y todo otro abanico de complementos para paleontólogos: chalecos de dinosaurios, réplicas de fósiles, modelos a escala de peces óseos, sombreros de ala ancha, sombreros de cuero, sombreros de explorador, sombreros de cowboy, camisas de Jurassic Park, disfraces de T-rex para perros, corbatas de mamuts feas, corbatas con iguanodontes feísimas y corbatas indet. horrendas.
Las charlas, que se impartían en cuatro salas diferentes dependiendo de la temática, duraban desde las ocho de la mañana hasta aproximadamente las cuatro de la tarde, con sendos descansos para el café y el almuerzo. A 15 minutos por charla (esto se agradece bastante) vienen a ser unas diecisiete charlas por la mañana y diez después de comer. A las cuatro y media empieza la presentación de pósters, que dura hasta las 6 y algo.
En teoría se exponen unos setenta pósters cada tarde, aunque nunca se llega a esa cifra. No dejan de ser un montón, pero es un momento de relax que la gente aprovecha para inaugurar las primeras cervezas del día. Todo se desarrolla en una atmósfera distendida y muy propensa para abordar a los tipos que presentaron sus conferencias a lo largo del día. Hay alguno que da más respeto que otro, y al final uno se encuentra inseguro, dudando si acercarse o no, como si fuera a entrar a una chica en lugar de a John Alroy (que mira que es raro el tío). También es una buena oportunidad de contemplar a los freaks que constituirán parte integrante de la Sociedad en el futuro, y, cómo no, ver alguna preciosidad realmente interesante (me refiero a los pósters como no podría ser de otra forma, porque de lo otro…; aunque permítame el lector avezado mencionar que siempre hay excepciones que nos permiten tolerar la regla).
Entre póster y póster, mientras uno se mueve entre la apretada concurrencia, empiezan a cuajarse los planes para después de la cena. Un día un botellón en una habitación, otro día los del AMNH cierran un sitio para tomar unos chismes, otro día fiesta del jacuzzi en una de las suites. Es en estos encuentros nocturnos cuando la distensión llega a su culmen y uno puede tratar a los grandes (los que van, que son pocos) de tú a tú. Y cuando uno mejor conoce a todos los que estamos empezando en esto. "Yo excavo en Tibet", "yo soy de la Plata, ¿vis’te?", "yo trabajo con Vrba"… Popurrí fiestero/paleontológico, intercambio de mailes, contactos en Facebook y quién sabe si futuros colegas en alguna andanza.
Además del picoteo de bienvenida hay dos grandes eventos sociales en el congreso. La gran subasta y la cena de clausura. La subasta se celebró el viernes por la noche. Además de grandes moldes de especímenes más o menos espectaculares, allí se puede pujar por peluches, kilos y kilos de artículos añejos, Barbies paleontólogas, chalecos de dinosaurios, dibujos… Los tipos encargados de dirigir la subasta salieron vestidos de personajes de Indiana Jones, no os digo más. Fue un auténtico espectáculo. Es el momento más esperado del congreso y donde el freakismo cobra el máximo protagonismo.
Llegué a Cleveland el martes por la noche y no conocía a nadie en la ciudad. Sólo sabía que tenía que encontrar a Robert Asher, así que decidí acercarme a la zona del Renaissance y cenar algo por allí antes de dar una vuelta por el hotel a ver si me lo encontraba. Al final no llegué al hotel, porque nada más terminar de cenar me encontré con unos jóvenes y jóvenas lugareños muy amables que me invitaron a tomar unos chismines con ellos.
Al día siguiente me presenté en el hotel a eso de las 8 para recoger los papeles, el programa, la acreditación… Cuando terminé hojeé el programa de conferencias para ver qué se ofrecía. Las tres opciones eran Gnathostomados, terciario y mamíferos viejunos. Decidido a encontrar a mi salvoconducto lo antes posible me decanté por la tercera opción. La conferencia versaba sobre Eutheria en el Paleógeno. "Auar morfolollical filolleni dont suport a monofiletic afroteria", decía el tipo. Busqué el rostro familiar. Nada. "…Leptictimorfa is faun tu bi de xenartan estem taxon…" Vaya tela. Finalmente tuve suerte. Para mi sorpresa, cuando miré en el programa cuál era la siguiente charla, leí: “9:00 Asher, R. MORPHOLOGICAL FEATURES OF A “MOLECULAR” CLADE: DEVELOPMENT IN A FROTHERIAN MAMMALS”. Así fue como me encontré con Robert después de tres meses desde que lo vi la última vez en Madrid, durante la excavación de Cerro de los Batallones.
Gracias a la gente que me fue presentando Robert y la que fui conociendo durante el catering (que no Catherine, que esa es otra) de recepción de congreso (que tuvo lugar en el Museo de Historia Natural de Cleveland) al final del primer día estaba bastante integrado. Conocí a mucha gente de mi edad que estaban más o menos perdidos en el evento, pero había bastante buen rollito en general. Así que ya tenía la base social para poder disfrutar del resto del congreso.
En el vestíbulo de hotel, las escaleras y los pasillos que comunicaban las salas de conferencias, la sala de los pósters y demás, siempre había gente. Todo el mundo con su acreditación y con el libro con el programa de eventos, esa especie de breviario pagano siempre bajo el brazo. Sin embargo no se da uno cuenta de lo que supone un evento de este calibre hasta que va a reservar mesa para la cena de clausura y ve que hay 80 mesas que ocupan por completo una sala enooooorme. Casi mil personas, todas paleontólogas, ¡¡y todas freaks!! Todo un abanico de campos de investigación, de enfoques, de metodologías. Y todo otro abanico de complementos para paleontólogos: chalecos de dinosaurios, réplicas de fósiles, modelos a escala de peces óseos, sombreros de ala ancha, sombreros de cuero, sombreros de explorador, sombreros de cowboy, camisas de Jurassic Park, disfraces de T-rex para perros, corbatas de mamuts feas, corbatas con iguanodontes feísimas y corbatas indet. horrendas.
Las charlas, que se impartían en cuatro salas diferentes dependiendo de la temática, duraban desde las ocho de la mañana hasta aproximadamente las cuatro de la tarde, con sendos descansos para el café y el almuerzo. A 15 minutos por charla (esto se agradece bastante) vienen a ser unas diecisiete charlas por la mañana y diez después de comer. A las cuatro y media empieza la presentación de pósters, que dura hasta las 6 y algo.
En teoría se exponen unos setenta pósters cada tarde, aunque nunca se llega a esa cifra. No dejan de ser un montón, pero es un momento de relax que la gente aprovecha para inaugurar las primeras cervezas del día. Todo se desarrolla en una atmósfera distendida y muy propensa para abordar a los tipos que presentaron sus conferencias a lo largo del día. Hay alguno que da más respeto que otro, y al final uno se encuentra inseguro, dudando si acercarse o no, como si fuera a entrar a una chica en lugar de a John Alroy (que mira que es raro el tío). También es una buena oportunidad de contemplar a los freaks que constituirán parte integrante de la Sociedad en el futuro, y, cómo no, ver alguna preciosidad realmente interesante (me refiero a los pósters como no podría ser de otra forma, porque de lo otro…; aunque permítame el lector avezado mencionar que siempre hay excepciones que nos permiten tolerar la regla).
Entre póster y póster, mientras uno se mueve entre la apretada concurrencia, empiezan a cuajarse los planes para después de la cena. Un día un botellón en una habitación, otro día los del AMNH cierran un sitio para tomar unos chismes, otro día fiesta del jacuzzi en una de las suites. Es en estos encuentros nocturnos cuando la distensión llega a su culmen y uno puede tratar a los grandes (los que van, que son pocos) de tú a tú. Y cuando uno mejor conoce a todos los que estamos empezando en esto. "Yo excavo en Tibet", "yo soy de la Plata, ¿vis’te?", "yo trabajo con Vrba"… Popurrí fiestero/paleontológico, intercambio de mailes, contactos en Facebook y quién sabe si futuros colegas en alguna andanza.
Además del picoteo de bienvenida hay dos grandes eventos sociales en el congreso. La gran subasta y la cena de clausura. La subasta se celebró el viernes por la noche. Además de grandes moldes de especímenes más o menos espectaculares, allí se puede pujar por peluches, kilos y kilos de artículos añejos, Barbies paleontólogas, chalecos de dinosaurios, dibujos… Los tipos encargados de dirigir la subasta salieron vestidos de personajes de Indiana Jones, no os digo más. Fue un auténtico espectáculo. Es el momento más esperado del congreso y donde el freakismo cobra el máximo protagonismo.
La última noche se celebró el discurso y la gran cena de clausura. Hubo algunas bromas con el creacionismo y sobre que Obama se haría socio de la SVP si ganaba. Fue el momento de las condecoraciones y los premios. También se hizo homenaje a Catherine Badgley, ex presidenta de la Sociedad, a la que definieron como la hembra alfa de la manada. Catherine simplemente salió a la palestra y en lugar de soltar un discursito pegó un aullido flipante en el micrófono y se fue. Estuvo muy bien. Además la cena estaba buenísima. Después se abrió una gran sala para que hiciera las veces de discoteca y la gente se puso allí a bailar por lo menos, por lo menos hasta las dos de la mañana ¡¡y no exagero!! Pero el bailoteo tenía sabor agridulce, porque todos sabíamos que aquello significaba el fin y que todo lo vivido esos días pasaba a formar parte del recuerdo.
Así que esto es lo que tuve la suerte de vivir esos cinco días en Cleveland. Una experiencia inolvidable. He aprendido mucho, me lo he pasado muy bien y he conocido a gente genial. Cuando ahora miro las fotos sólo pienso una cosa: el 2009 ¡¡¡todos a Bristol!!!
Así que esto es lo que tuve la suerte de vivir esos cinco días en Cleveland. Una experiencia inolvidable. He aprendido mucho, me lo he pasado muy bien y he conocido a gente genial. Cuando ahora miro las fotos sólo pienso una cosa: el 2009 ¡¡¡todos a Bristol!!!
4 comentarios:
Genial Juan. Veo que te lo has pasado tan bien como me lo pasé yo hace dos años en Ottawa. Sí que es como meterse en otro mundo alternativo, en el cual ser paleontólogo es de lo más normal... y si eres suficientemente normal... empiezas a ser rarito.
Un abrazo desde la UCM.
Dios mio. Me hubiese encontrado en mi salsa!! Que bien que lo habrás pasado, Juanito!!!
Un abrazote
Jo, Juan, qué envidia más sana... Me alegro un montón de que hayas disfrutado tanto!!! Entre freaks y tú tan feliz...eso es un poco raro, no?jejeje.
Muchos besotes y vuelve sano y salvo!
Ains... por lo que cuentas debió ser el paraíso, una especie de "Expo-paleo",xD
Disfruta el resto de la estancia por esos lares.
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