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viernes, 2 de diciembre de 2011

Darwin, a través de sus libros, en la UCM

Si hace unas semanas os invitábamos a venir a la Facultad de Ciencias Geológicas de la UCM para visitar la nueva y flamante exposición del Departamento de Paleontología, hoy os comunicamos una nueva excusa para visitarla.

Esta vez se trata de una exposición sobre Darwin y su obra que fue inaugurada la semana pasada
en la Biblioteca de la mencionada facultad y estará ubicada allí hasta el 23 de enero de 2012.

Siguiendo un recorrido a lo largo de su obra, y basándose en una multitud de volúmenes que harían las delicias de cualquier bibliófilo que se precie, aprovecha para ilustrar algunos de los descubrimientos realizados por el insigne naturalista.

Como adelanto, podeís visitar la página web de la exposición. Pero no dudéis en pasaros un rato por ella para ver en persona los magníficos ejemplares que se exponen en ella.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Recordando a Lynn Margulis

La pasada semana falleció una de las biólogas más reconocidas en el mundo entero, Lynn Margulis. Sin duda se trata de una mala noticia para todos aquellos que valoramos enormemente su contribución al avance de nuestros conocimientos sobre las primeras fases de la vida pluricelular y, en general, sobre el papel de los organismos en los ciclos biogeoquímicos terrestres.

Además resulta que se trataba de una persona sumamente agradable lo cual hace que no resulte extraño en absoluto que en los últimos días se haya generado un auténtico aluvión de testimonios en su memoria. Uno de estos testimonios me llegó este fin de semana a través del e-mail y he pensado que podría ser interesante compartirlo con todos para que conozcamos un poco mejor cómo fue esta mujer...

Queridos amigos,

Hace unas pocas horas me he enterado de que el pasado 22 de noviembre falleció Lynn Margulis (esta es su entrada en la wikipedia). Durante años he sido un gran admirador suyo, y la noticia de su pérdida no me deja dormir.


Tuve la suerte de conocerla en octubre de 1998 cuando siendo estudiante de 4º de Geológicas me concedieron una beca para asistir a un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Valencia. Aquel encuentro fue un homenaje a Joan Oró, quien asistió y participó junto a Stanley Miller, Antonio Lazcano y Ricardo Amils. Ya han pasado trece años de aquello, pero aún hoy recuerdo sus maravillosas conferencias.

Una mañana entró en el aula una mujer no muy alta, sonriente, de unos cincuenta y tantos años, de aspecto sencillo, y a su paso algunos estudiantes cuchicheaban: “Es ella…” Se sentó a mi lado. Yo llevaba en la mochila su libro Microcosmos con la esperanza de que mi timidez natural no me impidiera pedir un autógrafo. Imaginaba yo que la ex de Carl Sagan, la “madre” de la Hipótesis Gaia, los Cinco Reinos y la teoría de la simbiogénesis, debía ser una especie de diva de la ciencia, pero aquella mujer no parecía tener el glamour que se le presupone a alguien que bien podría ser candidato al Premio Nobel.

Su conferencia fue realmente buena, sin duda sabía cómo meterse al auditorio en el bolsillo. Cuando la sala comenzó a vaciarse y ella recogía sus cosas me aproximé con el libro en la mano.

Ella tomó la iniciativa.

-¿Cómo te llamas?
-Gabriel.
Sacó una especie de pluma negra que parecía tener en mucha estima y escribió: “Para Gabriel con amor a la vida”. Era el 26 de Octubre de 1998.
-¿Y qué estudias?

- Geología, respondí.


Mi respuesta pareció entusiasmarla, y sin saber muy bien cómo ni por qué empezamos a charlar sobre ciclos geoquímicos, tectónica de placas, planetas y satélites, vida en el espacio, y cuando me quise dar cuenta nuestros cerebros habían conectado. Sentí una especie de resonancia intelectual como nunca antes había experimentado. Escuchaba, replicaba, meditaba, respondía, y al cabo de un rato me dijo: “sabes, es muy interesante, creo que deberías hacer una tesis sobre eso y…” En ese momento se dio cuenta de que pasaba por allí el director del curso, Juli Peretó, y le dijo: “quiero invitar a comer a este chico y a sus amigos, ¿dónde podemos ir?”


Recuerdo que tenía especial interés por conocer de primera mano cómo era el ambiente de la Facultad, nuestra impresión sobre las clases, qué materias dábamos, cómo eran los profesores y cuáles eran nuestros planes de futuro. Nos escuchaba con atención y respondía hablando lentamente en un castellano bastante bueno. Nos contó algunas anécdotas y nos regaló algún consejo. Hablamos sobre las horas que dedicábamos a trastear por la biblioteca, lo importante que es entrar en contacto con gente de otras disciplinas, de compartir y cooperar, de las 16 horas diarias que ella le había dedicado al estudio durante largos periodos de su vida, de su huerto, de sus nietos, de lo difícil que es hacerse hueco en la ciencia actual, de que uno debe defender sus ideas, de lo mal que se pasa a veces. Nos trató como adultos inteligentes, escuchó y valoró nuestras opiniones como sólo un profesor había hecho hasta entonces. Que alguien como ella nos tratara así nos hizo creer en nosotros, y reforzaba la idea de que ese profesor, Paco Anguita, quizá no estuviera equivocado al creer en nosotros más que nosotros mismos. Otro mundo es posible, y Lynn Margulis era la prueba.

Al regresar al aula descubrimos que el resto de conferenciantes celebraba con una pequeña tarta y algo de champán el cumpleaños de Joan Oró. Nos ofrecieron participar (quizá porque vieron que regresábamos con ella), y hasta nos hicimos una foto todos juntos. Allí estábamos, cuatro jóvenes estudiantes brindando con algunos de los tipos famosos que aparecen en los manuales universitarios que estudiamos. Ricardo Amils se entretuvo hablando con nosotros. Aún no nos habían presentado.



Las experiencias vividas aquella semana cambiaron algo en mi interior. Me relajé y gané confianza en mí mismo. Empecé a pensar que buscar vida inteligente en la facultad carecía de sentido, así que dejé de intentar aprender algo durante las clases y me limité a desarrollar estrategias para aprobar las asignaturas, y fue entonces cuando mi expediente académico comenzó a remontar. Empecé a pasar más horas en la biblioteca investigando por mi cuenta temas que simplemente me llamaban la atención, asistí a más cursos y conferencias, releí a James Lovelock, descubrí a Peter Westbroek (el padre de la Geobiología), continué leyendo a Margulis y todo lo relacionado con el origen de la vida. También fue entonces cuando empecé a escribir con regularidad. Poco después descubrí que realmente lo que yo quería era ser profesor. También mi actitud hacia los demás había cambiado.

El 1 de octubre de 2002 asistí a una conferencia que el paleontólogo J.W. Schopf daba en el Cosmocaixa de Alcobendas. Llevaba en la mochila su libro “La cuna de la vida” con la intención de pedir que me lo firmara. Me senté en las primeras filas; no había mucha gente. Dejando un sitio libre a mi izquierda se sentó una mujer a la que no presté atención; los dos estábamos ojeando un libro. Al poco escuché que un hombre decía tras de mí: “¿Es que ya os conocéis?” Al girarme vi que el recién llegado era Ricardo Amils y la extraña de mi izquierda saludaba cariñosamente con un alegre: “¡Hola Ricardo!”, y se dieron dos besos como sólo saben darlo los viejos amigos. A los pocos segundos nos presentó: “Este chico es Gabriel, un geólogo del Grupo de Paco… ella es Nieves López, profesora de paleo”.

Tengo dudas de que la nueva generación de profesores (sea cual sea el nivel educativo en el que trabajamos) algún día logremos estar a la altura de nuestros maestros. En una ocasión le hablé a una amiga de mi temor a que nada crezca a la sombra de un gran árbol… Me respondió que eso no es cierto y que en cualquier caso habría que intentarlo. Y tiene toda la razón. Sería una pena que después de todo nosotros no tuviéramos el valor suficiente para recoger su antorcha. Pero, ¿cómo se hace eso? ¿Es normal tener miedo? ¿Realmente estamos preparados? ¿Por dónde hay que empezar? Llevo casi un año reflexionando sobre este tema y al conocer la noticia de la muerte de Lynn Margulis he llegado a la conclusión de que me arrepiento de no haberles dado las gracias lo suficiente a algunas personas por todo lo que me han enseñado y las oportunidades que me brindaron.

Quizá no sea demasiado tarde:

Gracias Paco. Gracias Ricardo. Gracias Nieves. Gracias Lynn.

Gabriel Castilla

miércoles, 15 de junio de 2011

Breve historia de la Paleontología, III: presente y futuro de la disciplina

En la actualidad nos encontramos en una fase de consolidación de las diferentes áreas de la Paleontología, dirigiéndonos hacia la transición a una fase de mayor integración entre ellas. Además, continuará la presente tendencia hacia la desaparición de barreras frente a otras disciplinas dentro de las Ciencias de la Tierra y la Vida, como puede observarse, por ejemplo, en la proliferación de aproximaciones holísticas al sistema global que incluye Litosfera, Biosfera, Hidrosfera y Atmósfera, lo que se ha dado en llamar “Sistema Tierra” o Geobiosfera, o con la creciente colaboración entre biólogos moleculares y paleontólogos para el desarrollo de filogenias de consenso (Asher, 2009) y de lo que se ha denominado Paleontología molecular (Schweitzer, 2003). La Paleontología también tendrá una gran influencia en el futuro progreso de la biología del desarrollo, la tan conocida evo-devo, proporcionando ejemplos de procesos ontogénicos en multitud de nodos basales del Árbol de la Vida, así como argumentos para entender el desarrollo de diferentes fenotipos o, por ejemplo, la influencia de los condicionantes ambientales en la ocupación de los morfoespacios teóricos (Jablonski, 2009). Finalmente, el nuevo campo de estudio que constituye la Paleohistología supondrá una renovación de las ideas acerca de, por ejemplo, la fisiología y los ciclos vitales de las especies extintas (Köhler & Moyà-Solà, 2009).


No obstante, creo necesario recalcar que el tratamiento sistemático de especímenes recolectados en el campo y organizados en las colecciones de los museos para su posterior análisis constituye los cimientos en los que se apoya la Paleontología, de un modo tan crucial como para cualquier otra disciplina basada en datos neontológicos. Por tanto, este tipo de estudios debe continuar de manera tan enérgica como hasta ahora, y así poder abordar con ciertas garantías de éxito la tarea de explorar las nuevas líneas de investigación que se desarrollen a medio plazo. Esas nuevas áreas de trabajo quizás se pudieran resumir, sin pretensión de ser exhaustivos, en una serie de puntos principales que probablemente serán preponderantes en el progreso futuro de los estudios paleontológicos.

En primer lugar, podemos mencionar la continuidad de los estudios de la evolución biológica, cuestión que sigue siendo un tema de máxima actualidad. Los fósiles constituyen la documentación tangible de la existencia de procesos evolutivos, y el desarrollo de bases de datos globales asociadas de manera evidente a especímenes concretos en colecciones de museos, incluyendo no sólo cuestiones de tipo sistemático y temporal sino también datos geográficos explícitos, permitirá un mayor grado de integración de esta información en nuestras aproximaciones al funcionamiento de la evolución. Del mismo modo, la integración de todos estos datos paleontológicos en el desarrollo de un consenso sobre el “Árbol de la Vida” permitirá un mejor conocimiento de los procesos evolutivos a través del uso de las metodologías propias de los estudios comparativos basados en técnicas estadísticas de “corrección filogenética” (Brusatte et al., 2011). Igualmente, una aplicación explícita de técnicas de análisis comparativo a nivel geográfico y temporal permitirá valorar la regularidad de los procesos evolutivos en determinadas circunstancias, por medio de la comparación de sucesiones bióticas de áreas alejadas o en periodos temporales diferentes. Particularmente, interesante resultará el desarrollo de los estudios sobre evolución de comunidades (van der Meulen et al., 2005; Boucot, 2009), que superan las nociones sistemáticas a nivel de especie para tratar de comprender cómo los procesos evolutivos actúan a escala de comunidad.

En relación con el contexto temporal y geográfico de los procesos evolutivos, cada vez resulta más patente la importancia de la paleoclimatología, lo cual se une al interés cada vez más marcado por el conocimiento de los procesos de cambio ambiental en relación con el calentamiento global en el que nos encontramos inmersos en la actualidad. El estudio de pasados análogos ambientales a nuestra situación actual nos permitiría conocer el comportamiento de los ecosistemas y las especies ante situaciones de cambio climático global (Blois & Hadly, 2009) y así predecir las posibles consecuencias ecológicas e incluso evolutivas que se pueden esperar en un futuro (Barnosky, 2009; Dietl & Flessa, 2009; Willis & Bhagwat, 2010). De esta manera se podrán elaborar políticas de conservación de especies frente al cambio climático, por medio de políticas de gestión de reubicaciones o de desarrollo de corredores ecológicos eficientes en una situación de cambio climático, o mediante la tipificación de características propias de especies con tendencia a extinguirse, permitiendo la temprana identificación de las especies actuales que en función de las mismas debieran ser objetivo prioritario de conservación.

Dada la importancia creciente del estudio comparativo de situaciones análogas, el adecuado desarrollo de estos trabajos ha de pasar necesariamente por la integración de datos paleontológicos y neontológicos, tanto en el caso de los estudios paleoclimáticos (Hernández Fernández, 2001; Hernández Fernández et al., 2007) como en los macroevolutivos (Hernández Fernández & Vrba, 2005; Moreno Bofarull et al., 2008). En este sentido, la amplia literatura macroecológica sobre las causas y consecuencias del tamaño corporal o del área de distribución, que también plantean grandes cuestiones en torno a la capacidad de supervivencia de las especies, así como a su representatividad en el registro fósil, puede igualmente proporcionar un vehículo para la integración espacio-temporal de la estructura dinámica de la diversificación biológica (Vrba & DeGusta, 2004; López-Martínez, N. 2009; Smith et al., 2010; Cantalapiedra et al., en prensa).

No obstante, como consecuencia de estos estudios de integración y de búsqueda de análogos ecológicos, también aumentará nuestra comprensión de situaciones para las que no se conocen análogos en la actualidad (Cheddadi et al., 2006; Salzmann et al., 2009). Esto permitirá alcanzar un mejor entendimiento del funcionamiento del Sistema Tierra, por lo menos en las relaciones existente entre ambientes y biotas, los cuales se influyen de manera recíproca.


El planteamiento de nuevas técnicas de análisis también hará mella en los estudios paleoecológicos, probablemente con aproximaciones estadísticas en relación con los modelos de ecuaciones estructurales (Simpson & Harnik, 2009), con el planteamiento de la importancia de la existencia de cuestiones de escala en los análisis (Badgley, 2003; Benton, 2009), o con la estricta separación de señales paleobiológicas, tafonómicas y de muestreo en el registro fósil (Alroy & Hunt, 2010). Todo ello provocará una renovación en el debate sobre la influencia relativa de los factores externos -cambios climáticos e interacciones bióticas, principalmente, pero no de manera exclusiva- (van Dam et al., 2006; Palombo et al., 2009) frente a los internos -restricciones de desarrollo- (Marugán Lobón & Buscalioni, 2009) en los procesos macroevolutivos.

Para terminar, igual que la sistemática debe ser la base sobre la que se sustente cualquier área de investigación en Paleontología, muchos estudios “tradicionales” en nuestra disciplina continuarán haciendo posible la profundización de nuestros conocimientos sobre la Historia de la Tierra. Entre ellos, destacan los trabajos encaminados a refinar las escalas cronoestratigráficas. Asimismo, la investigación de ciertos yacimientos sedimentarios de interés económico sólo puede realizarse con un estudio previo, paleontológico y estratigráfico muy detallado. Este tipo de trabajos, aunque quizás no copen las portadas de los medios de comunicación, seguirán constituyendo una parte muy importante de nuestra disciplina.


Referencias
  • Alroy, J. & Hunt, G. (eds.). 2010. Quantitative Methods in Paleobiology. The Paleontological Society Papers, 16.
  • Asher, R. 2009. “Molecules vs. morphology”: welcoming the end of an era. Journal of Vertebrate Paleontology, 29: 56A.
  • Badgley, C. (2003) The multiple scales of biological diversity. Paleobiology, 29:11-13.
  • Barnosky, A.D. (2009) Heatstroke: Nature in the Age of Global Warming. Island Press, Washington.
  • Benton, M.J. (2009) The Red Queen and the Court Jester: Species Diversity and the Role of Biotic and Abiotic Factors Through Time. Science, 323: 728-732.
  • Blois, J.L. & Hadly, E.A. (2009) Mammalian response to Cenozoic climatic change. Annual Review of Earth and Planetary Sciences, 37: 181-208.
  • Boucot, A.J. (2009) Punctuated equilibrium versus community evolution. En: The Paleobiological Revolution (eds.: Sepkoski, D. & Ruse, M.), pp. 433-458. The University of Chicago Press, Chicago.
  • Brusatte, S.L., Montanari, S., Yi, H.-Y, & Norell, M.A. (2011) Phylogenetic corrections for morphological disparity analysis: new methodology and case studies. Paleobiology, 37: 1-22.
  • Cantalapiedra, J.L., Hernández Fernández, M., Alcalde, G.M., Azanza, B., DeMiguel, D., & Morales, J. (en prensa). Ecological correlates of ghost lineages in ruminants. Paleobiology.
  • Cheddadi, R., de Beaulieu, J.-L., Jouzel, J., Andrieu-Ponel, V., Laurent, J.-M., Reille, M., Raynaud, D. & Bar-Hen, A. (2006) Notre interglaciaire a-t-il un analogue dans le passé?
Medicine Sciences, 22: 107-109.
  • van Dam, J. A., Abdul Aziz, H., Álvarez-Sierra, M. A., Hilgen, F. J., van den Hoek Ostende, L. W., Lourens, L. J., Mein, P., van der Meulen, A. J. & Pelaez-Campomanes, P. (2006) Long-period astronomical forcing of mammal turnover. Nature, 443: 687–691.
  • Dietl, G. & Flessa, K. (eds.). (2009) Conservation Paleobiology: Using the Past to Manage for the Future. The Paleontological Society Papers, 15.
  • Hernández Fernández, M. (2001) Bioclimatic discriminant capacity of terrestrial mammal faunas. Global Ecology and Biogeography, 10: 113-128.
  • Hernández Fernández, M., Álvarez Sierra, M.A. & Peláez-Campomanes, P. (2007) Bioclimatic analysis of rodent palaeofaunas reveals severe climatic changes in Southwestern Europe during the Plio-Pleistocene. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 251: 500-526.
  • Hernández Fernández, M. & Vrba, E.S. (2005) Macroevolutionary processes and biomic specialization: testing the resource-use hypothesis. Evolutionary Ecology, 19: 199-219.
  • Jablonski, D. (2009) Paleontology in the Twenty-first Century. En: The Paleobiological Revolution (eds.: Sepkoski, D. & Ruse, M.), pp. 471-417. The University of Chicago Press, Chicago.
  • Köhler, M. & Moyà-Solà, S. (2009) Physiological and survival strategies of a fossil large mammal in a resource-limited environment. Proceedings of the National Academy of Sciences of the USA, 106: 20354-20358.
  • López-Martínez, N. (2009) Time asymmetry in the palaeobiogeographic history of species. Bulletin Société Géologique de France, 180: 45-55.
  • Marugán-Lobón, J. & Buscalioni, A.D. (2009) New Insight on the Anatomy and Architecture of the Avian Neurocranium. Anatomical Record-Advances in Integrative Anatomy and Evolutionary Biology, 292: 364-370.
  • van der Meulen, A.J., Peláez-Campomanes, P. & Levin, S.A. (2005) Age structure, residents, and transients of Miocene rodent communities. The American Naturalist, 165: E108-125.
  • Moreno Bofarull, A., Arias Royo, A., Hernández Fernández, M., Ortiz-Jaureguizar, E. & Morales, J. (2008) Influence of continental history on the ecological specialization and macroevolutionary processes in the mammalian assemblage of South America: differences between small and large mammals. BMC Evolutionary Biology, 8: 97 (doi:10.1186/1471-2148-8-97).
  • Palombo, M.R., Alberdi, M.T., Azanza, B., Giovinazzo, C., Prado, J.L. & Sardella, R. (2009) How did environmental disturbances affect carnivoran diversity? A case study of the Plio-Pleistocene Carnivora of the North-Western Mediterranean. Evolutionary Ecology, 23: 569-589.
  • Salzmann, U., Haywood, A.M. & Lunt, D.J. (2009) The past is a guide to the future? Comparing Middle Pliocene vegetation with predicted biome distributions for the twenty-first century. Philosophical Transactions of the Royal Society of London, A, 367: 189-204.
  • Schweitzer, MH. (2003) The Future of Molecular Paleontology. Palaeontologia Electronica, 5.
  • Simpson, C., and P.G. Harnik. (2009) Assessing the role of abundance in marine bivalve extinction over the post-Paleozoic. Paleobiology, 35: 631-647.
  • Smith, F.A., Boyer, A.G., Brown, J.H., Costa, D.P., Dayan, T., Ernest, S.K., Evans, A.R., Fortelius, M., Gittleman, J.L., Hamilton, M.J., Harding, L.E., Lintulaakso, K., Lyons, S.K., McCain, C., Okie, J.G., Saarinen, J.J., Sibly, R.M., Stephens, P.R., Theodor, J. & Uhen, M.D. (2010) The evolution of maximum body size of terrestrial mammals. Science, 330: 1216-1219.
  • Vrba, E. S. & DeGusta, D. (2004) Do species populations really start small? New perspectives from the Late Neogene fossil record of African mammals. Philosophical Transactions of the Royal Society of London B, 359: 285-293.
  • Willis, K.J. & Bhagwat, S.A. (2010) Questions of importance to the conservation of global biological diversity: answers from the past. Climate of the Past Discussions, 6: 1139-1162.

lunes, 6 de junio de 2011

Breve historia de la Paleontología, II: el siglo XX

A finales del siglo XIX, tras el desarrollo de la teoría evolutiva basada en la selección natural, numerosos museos fueron creados tanto en Europa como en Norteamérica para exhibir al público los descubrimientos realizados por las cada vez más abundantes expediciones de recolección de fósiles, así como para fomentar su estudio científico. Es la época de paleontólogos tan reconocidos como Jean Albert Gaudry (1827-1908), Thomas Henry Huxley (1825-1895), Othniel Charles Marsh (1831-1899), Edward Drinker Cope (1840-1897), Henry Fairfield Osborn (1857-1935), Eugène Dubois (1858-1940) u Otto Jaekel (1863-1929), y de descubrimientos tan reputados como el esqueleto casi completo de Iguanodon de Bernissart, los especimenes de Archaeopteryx de Solnhofen, los innumerables dinosaurios del Norteamérica, la fauna miocena de Pikermi, los múltiples équidos del Terciario del Oeste de los Estados Unidos o los restos de “Pithecanthropus” en Java.


Sin embargo, y a pesar del relanzamiento de los estudios paleontológicos, una buena parte de la disciplina permaneció restringida el estudio morfológico e incluso las ideas evolutivas basadas en la selección natural no fueron plenamente aceptadas por la mayoría de los paleontólogos durante las primeras décadas del siglo XX (Bowler, 1990). Muchos trabajos se podrían adscribir a una especie de Neo-Lamarckismo basado en el concepto de recapitulación, según el cual los procesos ontogenéticos podían extenderse para dar lugar a procesos evolutivos. La existencia de evidencias de evolución paralela tuvo como consecuencia el desarrollo del concepto de ortogénesis, basado en la existencia de fuerzas internas a los organismos y que dirigían su evolución. Hubo de esperarse hasta la década de los 40, cuando George Gaylord Simpson (1902-1984) publicó "Tempo and Mode in Evolution" y se desarrolló plenamente la Síntesis Evolutiva Moderna, para que los paleontólogos abrazasen sin reparos los estudios evolutivos. A partir de ese momento proliferaron los trabajos que planteaban escenarios evolutivos basados en la selección natural y hubo un mayor interés por aspectos microevolutivos en poblaciones locales.

La aceptación en los años 60 del siglo XX y posterior desarrollo de la tectónica de placas supuso una nueva revolución teórica a la que la disciplina de la Paleontología tuvo que adaptarse, abandonando las propuestas de puentes terrestres e hundimientos continentales como maneras de explicar la distribución geográfica de los organismos actuales y pasados. Por otro lado, en el campo de la Biología se produjo un progresivo incremento del interés por los estudios ecológicos, en relación con la creciente percepción del impacto antrópico en los ecosistemas. Dentro de nuestra disciplina, el desarrollo de estas áreas de investigación tuvo como resultado un aumento de los estudios paleobiogeográficos y paleoecológicos (Valentine, 1990). Además, también comenzó por aquel entonces el estudio de las primeras formas de vida terrestre (Awramik, 1971) y se confirmó la preeminencia de la biota de Ediacara (Glaessner, 1959), lo cual propulsó los estudios de fósiles precámbricos. Esas son también las fechas de la reapertura de las excavaciones en Burgess Shale (Briggs et al., 1994; Conway Morris, 1998). Estos trabajos pusieron de manifiesto la complejidad de los eventos evolutivos que dieron lugar a los filos modernos.


Finalmente, los años 70 del siglo XX vieron el surgir de los estudios macroevolutivos a partir del trabajo de Niles Eldredge y Stephen Jay Gould (1972) sobre el “equilibrio puntuado”, que marcará un cambio de paradigma frente al gradualismo filético imperante hasta el momento. El desarrollo de esta pugna entre gradualismo y puntuacionismo a lo largo de las siguientes décadas ha tenido su reflejo en un debate paralelo sobre las causas últimas de los procesos evolutivos, que pueden verse tanto en las interrelaciones ecológicas dentro de las comunidades, del modo propuesto por ejemplo en la “Teoría de la Reina Roja” de Leigh Van Valen (1973), como en la existencia de factores externos (cambios climáticos, movimientos tectónicos, etc…) que fuerzan la evolución de los organismos como propone Elisabeth S. Vrba (1980, 1992) en la "Teoría del Hábitat". Estos dos enfoques, son herederos de las diferentes perspectivas que mantenían Darwin y Wallace acerca del principal motor evolutivo; mientras el primero enfatizaba la competencia entre individuos para incrementar la supervivencia y la reproducción, el segundo daba mayor preponderancia a la biogeografía y las presiones ambientales sobre las especies. Derivaciones de estas líneas de investigación se pueden ver en los trabajos relacionados con lo que se conoce como “selección de especies” (Stanley, 1975), o el estudio de la diversificación biológica (Sepkoski, 1978) y las extinciones en masa (Raup & Sepkoski, 1984; Jablonski, 1986).

En las últimas décadas del siglo XX y en lo que llevamos de siglo XXI el énfasis se ha desplazado hacia el desarrollo de nuevas técnicas y métodos para responder al mismo tipo de preguntas que ya se vienen haciendo desde hace tiempo: ¿Cómo eran y cómo vivían los organismos extintos a los que pertenecen los fósiles que estudiamos? ¿Cómo se relacionan filogenéticamente, entre ellos y con los organismos actuales? ¿Cuál fue la estructura biogeográfica y ecológica de la Biosfera en el pasado? ¿Cómo operan los procesos evolutivos? Para responder a estas cuestiones se está profundizando en aspectos tales como la morfología funcional, la ecomorfología, la filogenia cladista o la modelización cuantitativa y cualitativa, además de establecerse nuevos lazos de colaboración con otras disciplinas con el desarrollo de la microestratigrafía, la geoquímica, la paleosinecología o la morfometría geométrica (Hoffman, 1990).


Referencias
  • Awramik, S.M. (1971) Precambrian Columnar Stromatolite Diversity: Reflection of Metazoan Appearance. Science, 174: 825-827.
  • Bowler, P.J. (1990) Darwin to Plate Tectonics. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 543-547. Blackwell, Oxford.
  • Briggs, D.E.G., Erwin, D.H. & Collier, F.J. (1994) The Fossils of the Burgess Shale. Smithsonian Institution, Washington.
  • Conway Morris, S. (1998) The Crucible of Creation: The Burgess Shale and the Rise of Animals. Oxford University Press, Oxford.
  • Eldredge, N. & Gould, S.J. (1972). Punctuated equilibria: an alternative to phyletic gradualism. En: Models in Paleobiology (ed.: Schopf, T.J.M.), pp. 82-115. Freeman Cooper, San Francisco.
  • Glaessner, M.F. (1959) The oldest fossil faunas of South Australia. International Journal of Earth Sciences, 47: 522-531.
  • Hoffman, A. (1990) The Past Decade and the Future. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 550-555. Blackwell, Oxford.
  • Jablonski, D. (1986) Background and mass extinctions: the alternation of macroevolutionary regimes. Science, 231: 129-133.
  • Raup, D.M. & Sepkoski, J.J. (1984) Periodicity of extinctions in the geologic past. Proceedings of the Nacional Academy of Sciences of the USA, 81: 801-805.
  • Sepkoski, J.J. (1978) A kinetic model of Phanerozoic taxonomic diversity. I. Análisis of marine orders. Paleobiology, 4: 223-251.
  • Simpson, G.G. (1944) Tempo and Mode in Evolution. Columbia University Press, New York.
  • Stanley, S.M. (1975) A theory of evolution above the species level. Proceedings of the Nacional Academy of Sciences of the USA, 72: 646-650.
  • Valentine, J.W. (1990) Plate Tectonics to Paleobiology. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 547-550. Blackwell, Oxford.
  • Van Valen, L. (1973) A new evolutionary law. Evolutionary Theory, 1: 1-30.
  • Vrba, E.S. (1980) Evolution, species, and fossils: How does life evolve? South African Journal of Science, 76: 61-84.
  • Vrba, E.S. (1992) Mammals as a key to evolutionary theory. Journal of Mammalogy, 73: 1-15.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Breve historia de la Paleontología, I: de los inicios a Darwin

Las observaciones de fósiles se han documentado desde la Antigüedad Clásica, siendo dos pensadores griegos del siglo VI AC, Anaximandro y Jenófanes, los primeros en tratar estas cuestiones de manera explícita. Mientras que Anaximandro teorizó que todos los seres vivos proceden de seres distintos que al principio vivían en el barro, Jenófanes trató de contar la historia de la Tierra basándose en la existencia tierra adentro de impresiones de peces fósiles y restos de conchas y organismos marinos. No obstante, gran parte de la relación entre el mundo clásico y los fósiles se realizó a la luz de las leyendas sobre tiempos anteriores a la era de sus contemporáneos (héroes gigantes, cíclopes, grifos, dragones, etc…). En cualquier caso, los griegos que tenían contacto con evidencias fósiles ya eran conscientes de su antigüedad y de que pertenecían a seres extintos, admitiendo que no formaban parte de la naturaleza que les rodeaba (Sarris & Narváez Padilla, 2009).

Durante la Edad Media Avicena (980-1037) también discutió el origen de los fósiles, proponiendo una teoría de fluidos petrificantes en su obra El Libro de la Curación. Por otro lado, el naturalista chino Shen Kuo (1031-1095) usó fósiles marinos encontrados en montañas para inferir la existencia del proceso de regresión marina. Asimismo propuso una teoría de cambios climáticos graduales basada en la existencia de fósiles de bambú petrificado en una zona cuyo clima contemporáneo no podría sustentar a este tipo de plantas.


Al inicio del Renacimiento, Leonardo da Vinci (1452-1519) concibe los procesos de sedimentación y fosilización que fueron expandidos por Niels Stensen (1638-1686) y Gottfried Leibniz (1646-1716), los cuales sentaron las bases de la Estratigrafía y la Paleontología al establecer que los fósiles son restos de seres vivos, que vivieron donde ahora se encuentran, antes de formarse la roca que los contiene (Meléndez, 1998). No obstante, la discusión acerca del origen de los fósiles continuó durante todo el siglo XVII. Uno de los principales defensores del origen orgánico de los fósiles fue Robert Hooke (1635-1703) que propuso la existencia de filtraciones de agua para explicar la petrificación de los restos orgánicos originales (Thackray, 1990). Con el avance del siglo XVIII se aceptó la propuesta del origen biótico de los fósiles y para cuando Linneo (1707-1778) publicó su Systema Naturae los fósiles fueron tratados y nombrados como el resto de seres vivos.

Pero no fue hasta finales del siglo XVIII que se pudo establecer la Paleontología como ciencia independiente, a partir del desarrollo de los trabajos de Georges Cuvier (1769-1832) en anatomía comparada de vertebrados, que le llevaron a establecer su ley de la correlación orgánica según la cual podía servirse de restos fragmentarios para poder identificar una especie extinta. También estableció la existencia de cataclismos geológicos que explicarían las “revoluciones” faunísticas que había observado en los sedimentos de Montmartre.

El número de especialistas en diferentes grupos sistematicos fue aumentando de manera continua, con lo que el desarrollo de la disciplina se aceleró a lo largo del siglo XIX. Dos geólogos ingleses tuvieron especial importancia en la primera mitad del siglo. William Smith (1769-1839) descubrió que los estratos del Lías del Sur de Inglaterra podían diferenciarse en función de su contenido fosilífero, sentando las bases de la Paleontología estratigráfica. Charles Lyell (1797-1875) propugnó que no se podía atisbar ningún signo de progresión en el registro fósil; que no había argumentos para afirmar que las formas fósiles fuesen “inferiores” a las actuales. No había evidencia de que los tipos de seres vivos, las condiciones ambientales o los procesos geológicos hubiesen sido nunca diferentes de lo que se encuentra en la actualidad. Con ello estableció el principio del uniformitarismo, que ha regido los estudios geológicos desde entonces. La influencia de estos dos investigadores tuvo como resultado que la Paleontología se convirtiese en una herramienta auxiliar de la Geología. Su objetivo principal era establecer un catálogo de fósiles lo más completo posible, que fuese útil para poder determinar la edad de los estratos que los contuviesen (Meléndez, 1998). Esta mentalidad tuvo como resultado la aparición de la obra enciclopédica del paleontólogo alemán Karl A. Von Zittel (1839-1904) Handbuch der Palaeontologie.


No obstante, el desarrollo de la teoría evolutiva basada en la selección natural (Darwin & Wallace, 1858) y la publicación en 1859 de El Origen de las Especies de Charles R. Darwin (1809-1882) tuvo una gran repercusión en los estudios paleontológicos. Aunque él se quejaba de la imperfección del registro fósil para poder corroborar plenamente su teoría sobre la evolución por medio de selección natural (dedica un capítulo entero al tema), la existencia de fósiles que podían reconocerse como antecesores de la fauna actual es una de las pruebas decisivas a favor de la existencia de los procesos evolutivos. A partir de ese momento el estudio de los fósiles también supuso un trabajo de documentación de la evolución pasada de los seres vivos, suponiendo un área de trabajo nueva y propia de la disciplina paleontológica.


Referencias
  • Darwin, C.R. (1859) On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life. John Murria, Londres.
  • Darwin, C.R. & Wallace, A.R. (1858) On the tendency of species to form varieties; and on the perpetuation of varieties and species by natural means of selection. Journal of the Proceedings of the Linnean Society of London, Zoology, 3: 46-50.
  • von Linneo, K. (1758) Systema naturae, sive regna tria naturae systematice proposita per secundum classes, ordines, genera, & species, cum characteribus, differentiis, synonymis, locis. 10ª Ed. Estocolmo.
  • Meléndez, B. (1998) Tratado de Paleontología, Vol. I. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid.
  • Sarris, I. & Narváez Padilla, I. (2009) Hallazgos paleontológicos y su interpretación en la Grecia Clásica. Paleolusitana, 1: 431-440.
  • Thackray, J.C. (1990) Before Darwin. En: Paleobiology (eds.: Briggs, D.E.G. & Crowther, P.R.), pp. 537-543. Blackwell, Oxford.
  • Von Zittel, K.A. (1880) Handbuch der Palaeontologie. Oldenbourg, Munich.

jueves, 7 de abril de 2011

Didáctica de Montaña...

Desde RedMontañas ponen a nuestra disposición unos cuantos recursos didácticos sobre montañas que pueden ser muy útiles, tanto si sois profesores universitarios como de enseñanza media, o simplemente si eres aficionado a salir y disfrutar de relajantes paseos por nuestras abundantísimas sendas de montaña.

Los ecosistemas, el clima, los paisajes y la cultura asociada a los sistemas montañosos centran estos recursos didácticos, que incluyen un libro didáctico, seis presentaciones sobre diferentes temas y un cartel didáctico.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

+Investigadores en la tele

La aventura del saber, programa de divulgación científica de la 2 de Televisión Española, emite a partir de hoy la serie "+Investigadores". Jon Juaristi, director general de Universidades e Investigación de la Comunidad de Madrid, presentará el proyecto coincidiendo con la emisión del primer capítulo. También se podrá ver a través del Canal Internacional.

27 retratos de científicos españoles de reconocido prestigio que trabajan en distintas ramas del conocimiento; los pocos minutos que dura cada capítulo pretenden trasladar a los demás la propia experiencia vital del investigador mediante una exposición clara y divulgativa de su campo de trabajo. Sus palabras revelan su pasión por la ciencia, el origen de su vocación, sus principales contribuciones científicas y los retos que alimentan su curiosidad.


Y si no sois capaces de esperar... aquí podéis ver todos los episodios ya mismo.

jueves, 1 de julio de 2010

Darwin y Wallace en la Linnean Society

El año pasado tanto royo con Darwin y este... nada de nada... Pues eso no puede ser.

Hoy se cumplen 152 años desde que se presentaron públicamente las ideas acerca de la evolución de las especies a través de selección natural, en una ponencia de un congreso en Londres firmada conjuntamente por Darwin y Wallace, que luego sería publicada en ese mismo año 1858.

Qué mejor momento para recordar todo lo que esa publicación puso en marcha...

martes, 23 de febrero de 2010

Pterosaurios: otra forma de volar


Hola a todos. Os informo de que el Viernes 5 de Marzo, a las 12.00h, en el Salón de Actos de la Facultad de Biología (UCM), tendrá lugar la charla "Pterosaurios: otra forma de volar". Se recorrerá y presentará un poco la historia del éxito, diversidad y adaptaciones de este maravilloso grupo de animales mesozoicos.
¡Allí os espero!

miércoles, 6 de enero de 2010

2010: Año Internacional de la Diversidad Biológica

Pues, como no podía ser de otra manera, la primera entrada del año corresponde a la celebración de que este año fuera declarado por la ONU como dedicado a la Biodiversidad, con la intención de llamar la atención sobre su importancia y sobre los acuciantes peligros que afectan a su conservación.


Bajo el eslogan "La Biodiversidad es Vida, la Biodiversidad es Nuestra Vida" se pretende destacar el papel de los seres humanos como parte la misma (lo cual, casualmente enlaza con las ideas lanzadas por Darwin y que tanto comentamos el año pasado) y nuestra responsabilidad a la hora de protegerla. La idea general es que el conjunto de interacciones que conforman la red tejida por todas las especies del planeta resulta de vital importanica no sólo para la conservación de numerosos organismos sino también (y de manera muy especial) para la propia supervivencia de nuestra especie.

La intención de las Naciones Unidas al declarar este año como Año Internacional de la Diversidad Biológica es potenciar la reflexión sobre nuestros logros para salvaguardar la biodiversidad y centrar nuevos esfuerzos en esta tarea, teniendo en cuenta la urgencia de este reto dadas las circunstancias por las que pasa actualmente nuestro planeta.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Darwin en "Nature"... una vez más

Al final de la semana pasada, la revista "Nature" realizó una actualización de su especial sobre Darwin, del que ya hablamos hace unos meses.

En esta ocasión han incluido varios artículos de opinión y noticias de gran calado en torno a la cuestión de la Biodiversidad y su conservación. También hay varias entrevistas nuevas, incluyendo una sobre nuevas vías de investigación en Paleontología, y la posibilidad de descargar todo en formato PDF.

jueves, 1 de octubre de 2009

EEES, Grados y Posgrados; Tesis o No-Tesis...

Aunque algunas facultades ya han empezado las clases y otras no las inician hasta el próximo lunes, podemos decir que hoy se inicia oficialmente el curso académico 2009-2010 en la UCM. Y se inicia con novedades e incertidumbres...

Por un lado, es el primer año en el que los nuevos planes de estudio adaptados al EEES se imparten obligatoriamente en todas las universidades españolas en el primer curso. De hecho, en la UCM estrenamos tanto Grado de Geología como de Biología. Así que una vez más comienza un proceso de experimentación en el que los alumnos tendrán que enfrentarse a la nueva situación sin poder contar con el apoyo de las experiencias adquiridas previamente por compañeros mayores que ellos. En cualquier caso, esperamos que las nuevas oportunidades que plantean estos grados sepan contrarestar sus inconveniencias.

Por otro lado, continúa la adaptación de los estudios de doctorado al Plan Bolonia... Y no hemos mejorado con respecto a hace dos años. Los Posgrados o Másteres todavía siguen en fase muy experimental en la mayoría de las universidades; muchas incluso todavía no han aprobado un buen número de ellos. Y para rematar la situación, todavía no está claro si es o no es imprescindible haber cursado un Posgrado Oficial para poder realizar el doctorado... Vamos, todo un caos.

Dadas estas circunstancias, no es de extrañar que muchos alumnos que terminan la licenciatura se planteen seriamente si les merece o no la pena iniciar una carrera investigadora tan plagada de inseguridades. Así que para ayudarles a tomar una decisión y celebrar esta ocasión con algo de humor, nada mejor que ver este video sobre las dudas que surgen cuando alguien se plantea realizar una tesis doctoral... Sobre todo si ese alguien es un esquizofrénico compulsivo con trastorno bipolar agudo asociado del calibre de Mr. Sméagol... alias Gollum.