Voje, K.L., Hemp, C., Flagstad, O., Saetre, G.-P. & Stenseth, N.C. (2009) Climatic change as an engine for speciation in flightless Orthoptera species inhabiting African mountains. Molecular Ecology, 18 (1): 93-108.
La historia comienza en las vastas planicies del Este de África en donde también podemos encontrar alguna de las más bellas montañas del planeta, por su aislamiento volcánico y sus nevadas cumbres dentro de un entorno tropical paradisiaco... (aunque habría que preguntarles a los ñues que cruzan el Mara infestado de cocodrilos si realmente es tan paradisiaco).
Bueno, pues dentro de este marco paisajístico podemos redibujar un marco conceptual constituido por un mar de hierba (con árboles más o menos dispersos) y una serie de montañas-isla cubiertas de bosques. Y resulta que cada una de esas "islas" forestales esta habitada por todo un conglomerado de especies, muchas de las cuales son diferentes de las de las sabanas que rodean a las montañas e incluso diferentes de las de las demás montañas. Es decir, encontramos un alto grado de endemicidad asociada a todas estas masas forestales montanas. Y esto se repite en multitud de grupos faunísticos.
Y aquí es donde entran en juego los grillos... Resulta que este es un grupo con numerosas especies en este área y un número sustancioso de ellas carecen de la capacidad de volar que tienen otros parientes suyos. Por este motivo, resultan un taxón de gran interés para probar hipótesis evolutivas relacionadas con cambios ambientales (no pueden simplemente marcharse volando a otro sitio donde encontrar condiciones adecuadas para su supervivencia).
Kjetyl L. Voje y sus colaboradores se dedicaron a estudiar las relaciones de parentesco entre un grupo de grillos que presenta especies tanto en los bosques montanos de diversos macizos montañosos de África Oriental como en las áreas de sabana circundante. La idea de partida era comprobar si las fluctuaciones climáticas del Plio-Pleistoceno generaron fragmentación ecológica y el asociado aislamiento de poblaciones y, finalmente, aparición de nuevas especies.
Los resultados obtenidos por estos investigadores indican la existencia de dos radiaciones con características muy diferentes.
La primera sólo estuvo protagonizada por los linajes de grillos que ahora se consideran especialistas de sabana, y tuvo lugar hace entre unos 4 y 6 millones de años, solapándose en el tiempo con la expansión global de las gramíneas de tipo C4, dominantes en las sabanas actuales. Estos hechos podrían relacionarse de dos maneras diferentes y complementarias. Por un lado, la aparición de nuevos nichos ecológicos asociados a la expansión de un nuevo grupo de plantas dominantes en las incipientes sabanas africanas durante el final del Mioceno y el principio del Plioceno tendría como consecuencia que las especies de grillos capacitadas para ocupar estos nichos se expandieran y dieran lugar a diferentes variedades (nuevas especies). Por otro lado, la sustitución de las plantas C3 por plantas C4 en estos ambientes pudo tener como consecuencia la extinción de muchas especies animales asociadas a las C3 (entre ellas varios grillos) y los supervivientes (otros grillos diferentes) pudieron ocupar los nichos vacantes y generar numerosas especies adicionales.
La segunda radiación tuvo lugar hace unos 800.000 años, coincidiendo con una de las mayores glaciaciones del Pleistoceno, y sólo aparecieron nuevas especies dentro de los linajes habitantes de las zonas forestales. Los resultados del trabajo indican que la mayoría de las especies habitantes de estos bosques, que se encuentran repartidos por las diferentes zonas montañosas y volcanes del Este de África, tuvieron un origen bastante reciente aunque derivan de ancestros miocenos. Los autores lo asocian con la progresiva retracción de los ambientes forestales en esta región africana durante los últimos millones de años, hasta una situación en la cual el hábitat boscoso original quedó fragmentado y sólo permanecieron refugios de este tipo de ambientes en las zonas montañosas. Esta fragmentación de las poblaciones de grillos tuvo como consecuencia inevitable la formación de barreras genéticas y la especiación, generando especies típicas y endémicas de cada montaña.
Con este trabajo, Voje y sus colaboradores se unen a la plétora de estudiosos (muchos de ellos paleontólogos de mamíferos) que abogan por la importante influencia de los cambios climáticos como promotores del origen de nuevas especies.
Y aquí es donde entran en juego los grillos... Resulta que este es un grupo con numerosas especies en este área y un número sustancioso de ellas carecen de la capacidad de volar que tienen otros parientes suyos. Por este motivo, resultan un taxón de gran interés para probar hipótesis evolutivas relacionadas con cambios ambientales (no pueden simplemente marcharse volando a otro sitio donde encontrar condiciones adecuadas para su supervivencia).
Kjetyl L. Voje y sus colaboradores se dedicaron a estudiar las relaciones de parentesco entre un grupo de grillos que presenta especies tanto en los bosques montanos de diversos macizos montañosos de África Oriental como en las áreas de sabana circundante. La idea de partida era comprobar si las fluctuaciones climáticas del Plio-Pleistoceno generaron fragmentación ecológica y el asociado aislamiento de poblaciones y, finalmente, aparición de nuevas especies.
Los resultados obtenidos por estos investigadores indican la existencia de dos radiaciones con características muy diferentes.
La primera sólo estuvo protagonizada por los linajes de grillos que ahora se consideran especialistas de sabana, y tuvo lugar hace entre unos 4 y 6 millones de años, solapándose en el tiempo con la expansión global de las gramíneas de tipo C4, dominantes en las sabanas actuales. Estos hechos podrían relacionarse de dos maneras diferentes y complementarias. Por un lado, la aparición de nuevos nichos ecológicos asociados a la expansión de un nuevo grupo de plantas dominantes en las incipientes sabanas africanas durante el final del Mioceno y el principio del Plioceno tendría como consecuencia que las especies de grillos capacitadas para ocupar estos nichos se expandieran y dieran lugar a diferentes variedades (nuevas especies). Por otro lado, la sustitución de las plantas C3 por plantas C4 en estos ambientes pudo tener como consecuencia la extinción de muchas especies animales asociadas a las C3 (entre ellas varios grillos) y los supervivientes (otros grillos diferentes) pudieron ocupar los nichos vacantes y generar numerosas especies adicionales.
La segunda radiación tuvo lugar hace unos 800.000 años, coincidiendo con una de las mayores glaciaciones del Pleistoceno, y sólo aparecieron nuevas especies dentro de los linajes habitantes de las zonas forestales. Los resultados del trabajo indican que la mayoría de las especies habitantes de estos bosques, que se encuentran repartidos por las diferentes zonas montañosas y volcanes del Este de África, tuvieron un origen bastante reciente aunque derivan de ancestros miocenos. Los autores lo asocian con la progresiva retracción de los ambientes forestales en esta región africana durante los últimos millones de años, hasta una situación en la cual el hábitat boscoso original quedó fragmentado y sólo permanecieron refugios de este tipo de ambientes en las zonas montañosas. Esta fragmentación de las poblaciones de grillos tuvo como consecuencia inevitable la formación de barreras genéticas y la especiación, generando especies típicas y endémicas de cada montaña.
Con este trabajo, Voje y sus colaboradores se unen a la plétora de estudiosos (muchos de ellos paleontólogos de mamíferos) que abogan por la importante influencia de los cambios climáticos como promotores del origen de nuevas especies.
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