Othniel Charles Marsh (1831-1899)
Existen numerosos sitios donde se puede consultar acerca de la vida de este gran paleontólogo. Por ejemplo, en diferentes páginas de las universidades de Berkeley o Yale, en la omnipresente Wikipedia ...(aunque esta vez se queda muy, pero que muy corta), o en la magníficas monografías de Schuchert (1938) o McCarren (1993).
Nacido en un pequeño pueblo del estado de Nueva York, quedo huérfano de madre a la edad de tres años. De sus años de infancia poco he conseguido averiguar, salvo que desarrolló el gusto por la recolección de especímenes naturales gracias a su amistad con el geólogo Ezekiel Jewett.
Cuando alcanzó la mayoría de edad (21 años en aquella época) pudo disponer de la herencia que le legó su madre y asistir a la Academia Phillips en Andover (Massachusetts), como preparación para su ingreso en la Universidad de Yale, gracias a la financiación de su tío, el inmensamente rico George Peabody, un hombre de negocios que se había formado a sí mismo.
Marsh fue estudiante en la Yale Scientific School entre 1856 y 1860, cuando se graduó en Artes (antes no tenían demasiadas carreras de donde elegir, aunque sí que había muchas asignaturas optativas... entre las cursadas por Marsh se encontraban ciencia, matematicas, economía, inglés, geografía, historia, lenguas modernas, filología y ciencias políticas). Durante su último curso quedó muy marcado por uno de los libros más populares publicados por esas fechas... "El Origen de las Especies" de Darwin. Años después se convertiría en el mayor defensor de la nueva teoría evolutiva en Norteamérica... pero es adelantar acontecimientos.
Su paso por la Universidad de Yale debió ser muy fructífero y gratificante para Marsh, pues cuando su tío estaba decidiendo a qué instituciones realizar donativos se las apañó para convencerle de que incluyera a Yale en la lista definitva de be
Cuando alcanzó la mayoría de edad (21 años en aquella época) pudo disponer de la herencia que le legó su madre y asistir a la Academia Phillips en Andover (Massachusetts), como preparación para su ingreso en la Universidad de Yale, gracias a la financiación de su tío, el inmensamente rico George Peabody, un hombre de negocios que se había formado a sí mismo.
Marsh fue estudiante en la Yale Scientific School entre 1856 y 1860, cuando se graduó en Artes (antes no tenían demasiadas carreras de donde elegir, aunque sí que había muchas asignaturas optativas... entre las cursadas por Marsh se encontraban ciencia, matematicas, economía, inglés, geografía, historia, lenguas modernas, filología y ciencias políticas). Durante su último curso quedó muy marcado por uno de los libros más populares publicados por esas fechas... "El Origen de las Especies" de Darwin. Años después se convertiría en el mayor defensor de la nueva teoría evolutiva en Norteamérica... pero es adelantar acontecimientos.
Su paso por la Universidad de Yale debió ser muy fructífero y gratificante para Marsh, pues cuando su tío estaba decidiendo a qué instituciones realizar donativos se las apañó para convencerle de que incluyera a Yale en la lista definitva de be
neficiarias. A partir de ese momento la relación entre Peabody, Marsh y la Universidad de Yale se convirtió en un trío de gran interés científico y económico, al menos para dos de las partes...
La finalización de los estudios universitarios de Marsh se produjo en un momento histórico de gran turbulencia en los Estados Unidos. Ese año se celebraron las elecciones que dieron la presidencia a Abraham Lincoln y al año siguiente se produjo la secesión de los estados sureños, con lo cual se iniciaron las hostilidades que dieron lugar a la guerra civil estadounidense. No obstante, Peabody no pareciá dispuesto a que la formación de su sobrino se viese afectada por estos hechos. Marsh pasó los siguentes cuatro años visitando diversas instituciones en Europa para continuar sus estudios como paleontólogo. Estuvo
tanto en Prusia, aprendiendo antomía y visitando los fósiles de Solnhofen, como en Inglaterra, visitando la cuna de las nuevas teorías evolutivas. Fue en la Universidad de Berlín donde entabló amistad con Edward Drinker Cope, al que más tarde le uniría una más que sucia rivalidad.
Una vez situado en ese puesto tan privilegiado, y con todos los recursos de su tío al alcance de su mano, Othniel Charles Marsh estaba en la mejor posición para lograr grandes avances. Un último factor que jugó a favor suyo fue un viaje que realizó a través del recorrido del nuevo Union Pacific Railroad que estaba en construcción. Durante este viaje se encontraron los fósiles que constituirian el holotipo de Nannhipus parvulus. Estos fósil es y las impresionantes formaciones geológicas que pudo ver le empujaron a planificar su primera gran expedición para recolectar fósiles.
En 1869 falleció finalmente George Peabody, que dejó una importante herencia a su sobrino. Con ello, Marsh pudo apartar a un lado muchas de sus obligaciones como docente y dedicar su tiempo a la búsqueda de fósiles en el salvaje Oeste.
En los siguientes cuatro años dirigió personalmente cuatro expediciones que le llevaron, junto a algunos de los estudiantes de la Universidad de Yale, a recorrer todo el Oeste americano, desde Kansas, a Colorado, Wyoming, Utah, Nebraska, Nevada o California (he incluso llegó a dar un rodeo para pasar por Panamá). En estas expediciones descubrieron magníficos yacimientos tanto de mamíferos del Paleógeno y Neógeno, como de dinosaurios del Cretácico. Toneladas de fósiles fueron enviadas a Yale desde la última frontera del continente.
Estas cuatro expediciones iniciaron la Fiebre de los Huesos, también conocida como Guerras de los Huesos. El interés que los nuevos descubrimientos paleontológicos habían causado en el público de los estados de la Costa Este encendieron la rivalidad de los investigadores. Los dos bandos enfrentados en estas guerras estaban capitaneados por los antiguos amigos Marsh y Cope, que debido a sus fuertes personalidades (y a ciertas acciones inadecuadas de Marsh) se distanciaron gravemente. Mientras que el primero trabajó para Yale Peabody Museum of Natural History, el segundo lo hizo para la Academy of Natural Sciences de Pgiladelphia. Durante las siguientes décadas se sucedieron las tr ampas, extorsiones, sabotajes, casos de corrupción y escándalos públicos protagonizados por estos dos personajes. Todo un bochornoso espectáculo causado por una simple lucha de egos.
Además de la ingente cantidad de fósiles descubiertos en estas campañas, también se avanzó paralelamente en el desarrollo de técnicas de excavación cada vez más sofisticadas. Fue en esos años cuando se normalizó el uso de emplastes y bloques para protejer los fósiles. Marsh tenía una política de excavación que primaba el valor de las piezas por encima de todo. Consideraba que era mejor llevarse un bloque de gran tamaño que arriesgar la integridad del fósil que lo contenia por intentar reducirlo. También favorecía la extracción de esqueletos completos pues la ausencia de algún hueso, por poco importante que pudiera parecer, disminuía enormemente el valor científico de la pieza.
No obstante, tras la última expedición de 1873, Marsh abandonó finalmente la dirección de nuevas expediciones y delegó esa ardua tarea en las manos de sus acólitos y subordinados. Con ello quedó libre para concentrarse en la descripción de todo el material que había llegado a Yale durante esos cuatro años y amenazaba con colapsar el recién creado Museo Peabody, incluso antes de su inauguración. No es que Marsh fuera novato en estas lides, pues ya había publicado diversos artículos científicos y descrito varias especies nuevas, pero fue a partir de ese momento cuando pudo dedicarse a elaborar su grandes aportaciones científicas, basadas en todo el mat erial que ahora almacenaba en la colección de su museo.
En 1874 publicó dos trabajos de gran importancia. En el primero (Marsh, 1874a) estudió los borntoterios del Paleógeno del Oeste amercano, grupo en el cual llegó a convertirse en la autoridad mundial. En el otro (Marsh, 1874b) presentó sus conclusiones sobre la evolución de los caballos, que debido a la gran cantidad de especies existentes en Norteamérica le llevaron a pensar que este continene sería el original de la familia, en contra de las ideas predominantes en la época. Estos no son más que dos ejemplos de los cerca de treinta artículos que dedicó a estos grupos, en los cuales llegó a describir 32 especies, muchas de las cuales son válidas todavía.
Toda esa actividad atrajo la atención de uno de los más insignes estudiosos de la evolución de los caballos en el viejo continente. Thomas H. Huxley visitó a Marsh en 1876 y pudo admirar su impresionante colección de fósiles de caballos, que a partir de ese momento se convirtió en uno de los principales apoyos de la teoría evolutiva basada en la selección antural. Con ellos, Marsh había logrado solucionar uno de los mayores problemas del Darwinismo, la ausencia de cambios graduales en el registro fósil.
Una vez que Marsh finalizó estos viajes por Europa, lo cual se produjo tras fin de la guerra, su tío George Peabody regaló 150.000 $ a la Universidad de Yale con los cuales se fundó el Museo Peabody de Historia Natural de Yale. Ese mismo año 1866 se creó la primera posición como profesor de Paleontología en Estados Unidos, la cual fue ocupada, como era de esperar, por Marsh. Al año siguiente fue nombrado director de recién creado Museo.
Una vez situado en ese puesto tan privilegiado, y con todos los recursos de su tío al alcance de su mano, Othniel Charles Marsh estaba en la mejor posición para lograr grandes avances. Un último factor que jugó a favor suyo fue un viaje que realizó a través del recorrido del nuevo Union Pacific Railroad que estaba en construcción. Durante este viaje se encontraron los fósiles que constituirian el holotipo de Nannhipus parvulus. Estos fósil es y las impresionantes formaciones geológicas que pudo ver le empujaron a planificar su primera gran expedición para recolectar fósiles.
En 1869 falleció finalmente George Peabody, que dejó una importante herencia a su sobrino. Con ello, Marsh pudo apartar a un lado muchas de sus obligaciones como docente y dedicar su tiempo a la búsqueda de fósiles en el salvaje Oeste.
En los siguientes cuatro años dirigió personalmente cuatro expediciones que le llevaron, junto a algunos de los estudiantes de la Universidad de Yale, a recorrer todo el Oeste americano, desde Kansas, a Colorado, Wyoming, Utah, Nebraska, Nevada o California (he incluso llegó a dar un rodeo para pasar por Panamá). En estas expediciones descubrieron magníficos yacimientos tanto de mamíferos del Paleógeno y Neógeno, como de dinosaurios del Cretácico. Toneladas de fósiles fueron enviadas a Yale desde la última frontera del continente.
Estas cuatro expediciones iniciaron la Fiebre de los Huesos, también conocida como Guerras de los Huesos. El interés que los nuevos descubrimientos paleontológicos habían causado en el público de los estados de la Costa Este encendieron la rivalidad de los investigadores. Los dos bandos enfrentados en estas guerras estaban capitaneados por los antiguos amigos Marsh y Cope, que debido a sus fuertes personalidades (y a ciertas acciones inadecuadas de Marsh) se distanciaron gravemente. Mientras que el primero trabajó para Yale Peabody Museum of Natural History, el segundo lo hizo para la Academy of Natural Sciences de Pgiladelphia. Durante las siguientes décadas se sucedieron las tr ampas, extorsiones, sabotajes, casos de corrupción y escándalos públicos protagonizados por estos dos personajes. Todo un bochornoso espectáculo causado por una simple lucha de egos.
Además de la ingente cantidad de fósiles descubiertos en estas campañas, también se avanzó paralelamente en el desarrollo de técnicas de excavación cada vez más sofisticadas. Fue en esos años cuando se normalizó el uso de emplastes y bloques para protejer los fósiles. Marsh tenía una política de excavación que primaba el valor de las piezas por encima de todo. Consideraba que era mejor llevarse un bloque de gran tamaño que arriesgar la integridad del fósil que lo contenia por intentar reducirlo. También favorecía la extracción de esqueletos completos pues la ausencia de algún hueso, por poco importante que pudiera parecer, disminuía enormemente el valor científico de la pieza.
No obstante, tras la última expedición de 1873, Marsh abandonó finalmente la dirección de nuevas expediciones y delegó esa ardua tarea en las manos de sus acólitos y subordinados. Con ello quedó libre para concentrarse en la descripción de todo el material que había llegado a Yale durante esos cuatro años y amenazaba con colapsar el recién creado Museo Peabody, incluso antes de su inauguración. No es que Marsh fuera novato en estas lides, pues ya había publicado diversos artículos científicos y descrito varias especies nuevas, pero fue a partir de ese momento cuando pudo dedicarse a elaborar su grandes aportaciones científicas, basadas en todo el mat erial que ahora almacenaba en la colección de su museo.
En 1874 publicó dos trabajos de gran importancia. En el primero (Marsh, 1874a) estudió los borntoterios del Paleógeno del Oeste amercano, grupo en el cual llegó a convertirse en la autoridad mundial. En el otro (Marsh, 1874b) presentó sus conclusiones sobre la evolución de los caballos, que debido a la gran cantidad de especies existentes en Norteamérica le llevaron a pensar que este continene sería el original de la familia, en contra de las ideas predominantes en la época. Estos no son más que dos ejemplos de los cerca de treinta artículos que dedicó a estos grupos, en los cuales llegó a describir 32 especies, muchas de las cuales son válidas todavía.
Toda esa actividad atrajo la atención de uno de los más insignes estudiosos de la evolución de los caballos en el viejo continente. Thomas H. Huxley visitó a Marsh en 1876 y pudo admirar su impresionante colección de fósiles de caballos, que a partir de ese momento se convirtió en uno de los principales apoyos de la teoría evolutiva basada en la selección antural. Con ellos, Marsh había logrado solucionar uno de los mayores problemas del Darwinismo, la ausencia de cambios graduales en el registro fósil.
En esos años Marsh alcanzó la vicepresidencia de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), y durante su discurso vicepresidencial de 1877 en Nasvhville dedicó una buena parte del tiempo a explorar precisamente las implicaciones evolutivas de sus descubrimientos sobre los caballos norteamericanos. En ese mismo discurso también profetizó que los restos más antiguos en relación con la evolución del linaje humano se encontrarían en África, algo muy sorprendente pues todavía faltaba casi medio siglo para el descubrimiento de los primeros restos de Australopithecus. También disertó acerca de la influencia de los cambios ambientales en la evolución:
Ese mismo año comenzaron las excavaciones en la Formación Morrison de Colorado, donde fueron empleados docenas de trabajadores que, en los siguientes diez años enviaron a Yale más de 200 cajas repletas de huesos. Gracias a esta y otras dos áreas de excavación en Como Bluff (Wyoming) y Cañon City (Colorado), los dinosaurios del Jurásico tardío de Norteamérica son algunos de los mejor conocidos en el mundo: Stegosaurus, Diplodocus, Apatosaurus, Ceratosaurus, etc... Muchas de esas especies ahora constituyen el eje central de la exposición permanente en el Great Hall de los dinosaurios del Museo Peabody, en el cual se recrea de la manera más fiel posible el ideario de lo que pretendía Marsh al reconstruir la anatomía completa de estos animales, revivirlos en la imaginación del lector (o del visitante, en este caso). Marsh, en los siguientes años escribió más de cincuenta artículos sobre dinosaurios describiendo 76 especies y organizando la clasificación de las mismas en cuatro órdenes que aún se conservan como subórdenes: Stegosauria, Ornithopoda, Sauropoda y Theropoda.
En 1878 se terminó de construir la que sería su casa hasta el día de su muerte, ahora conocida como Marsh Hall. Cuenta la leyenda que fue diseñada para alojar a la que sería su futura esposa, la c ual fue enviada por su familia a Europa en un periplo previo al matrimonio para que conociera mundo... allí finalmente se casó con otro hombre. Marsh permaneció soltero hasta el final de sus días. Quizás este episodio ayude a explicar el mal carácter del que hacía gala este hombre... o viceversa.
"As a cause for many changes of structure in mammals during the Tertiary and Post-Tertiary, I regard as the most potent, natural selection... Under this head, I include not merely a Malthusian struggle for life among the animals themselves, but the equally important contest with the elements, and all surrounding nature. By changes in the environment, migrations are enforced, slowly in some cases, rapidly in others, and with the change of locality must come adaptation to new condition, or extinction. The life history of Tertiary mammals ilustrates this principle at every stage, and no other explanation meets the facts."
Ese mismo año comenzaron las excavaciones en la Formación Morrison de Colorado, donde fueron empleados docenas de trabajadores que, en los siguientes diez años enviaron a Yale más de 200 cajas repletas de huesos. Gracias a esta y otras dos áreas de excavación en Como Bluff (Wyoming) y Cañon City (Colorado), los dinosaurios del Jurásico tardío de Norteamérica son algunos de los mejor conocidos en el mundo: Stegosaurus, Diplodocus, Apatosaurus, Ceratosaurus, etc... Muchas de esas especies ahora constituyen el eje central de la exposición permanente en el Great Hall de los dinosaurios del Museo Peabody, en el cual se recrea de la manera más fiel posible el ideario de lo que pretendía Marsh al reconstruir la anatomía completa de estos animales, revivirlos en la imaginación del lector (o del visitante, en este caso). Marsh, en los siguientes años escribió más de cincuenta artículos sobre dinosaurios describiendo 76 especies y organizando la clasificación de las mismas en cuatro órdenes que aún se conservan como subórdenes: Stegosauria, Ornithopoda, Sauropoda y Theropoda.
En 1878 se terminó de construir la que sería su casa hasta el día de su muerte, ahora conocida como Marsh Hall. Cuenta la leyenda que fue diseñada para alojar a la que sería su futura esposa, la c ual fue enviada por su familia a Europa en un periplo previo al matrimonio para que conociera mundo... allí finalmente se casó con otro hombre. Marsh permaneció soltero hasta el final de sus días. Quizás este episodio ayude a explicar el mal carácter del que hacía gala este hombre... o viceversa.
Al año siguiente, 1879, su interés por alcanzar las coas más altas de reconocimiento público se vió colmado cuando fue elegido como presidente de la AAAS. Su discurso trató en esta ocasión de las metodologías de estudio en Paleontología y de la historia de esta ciencia (Marsh, 1879).
En este momento, Marsh decidió concentrar sus esfuerzos en un nuevo tipo de publicación, la monografía. Su intención era poder abordar en un único volumen de gran extensión todos los aspectos referentes a un grupo taxonómico concreto. La primera que publicó estaba dedicada a dos especies de aves extintas del Cretácico de Kansas (Marsh, 1980). Tanto Ichthyornis dispar como Hesperornis regalis se caracterizaban por aunar una estructura esquelética típicamente aviana con una dentición reptiliana en los picos. Esta conjunción de atributos llevó a Marsh a proclamar la relación directa entre aves y dinosaurios terópodos, respaldando las conclusiones previamente alcanzadas por Huxley al estudiar Archaeopteryx y Compsognathus. No obstante, estas afirmaciones no obtuvieron mayor credibilidad hasta pasados 80 años y los trabajos de John H. Ostrom. Otra de las novedades de este trabajo es que por primera vez se intentó reconstrir el aspecto del esqueleto completo del animal en posición anatómicamente correcta. Esto es algo que se convertirá en una marca registrada de los trabajos de Marsh, que siempre pretendió despertar en la mente del lector una imagen viva de estos animales del pasado.
En 1882 publicó un trabajo sobre los restos de pterosaurios que se descubrieron en Kansas durante las expediciones de 1870 y 1871. Suficientes restos fueron recuperdos como para podr establecer que la envergdura alar de este animal fue de más de seis metros, convirtiéndose en el mayor reptil alado que se había conocido hasta el momento. El estudio detallado de los esqueletos del pterosaurio fue culminado con la definición de un nuevo género, Pteranodon, representante de un nuevo orden de pterosaurios.
La siguiente de sus monografías estuvo protagonizada por un nuevo orden de mamíferos, los amblípodos (Marsh, 1886). Concretamente, los dinocerados del Eoceno de las Montañas Rocosas. En los 14 años anteriores había estrito más mas 34 artículos sobre estos organismos. En el nuevo volumen Marsh describió 29 especies, la mayoría de las cuales habían sido propuestas por él mismo. A él corresponde, sin duda el establecimiento de la estructura de este grupo así como de sus afinidades, situándolos como un grupo independiente dentro de los ungulados.
En 1896 Marsh publicó su obra culmen sobre dinosaurios, Dinosaurs of North America, que no pretendía ser un trabajo definitivo sino la introducción a una serie de monografías sobra cada uno de los diferentes órdenes de dinosaurios. Desafortunadamente, Marsh falleció antes de poder iniciar esas monografías, aunque muchas de las recostrucciones que hizo de las diferentes especies sí fueron publicadas.
En 1882 publicó un trabajo sobre los restos de pterosaurios que se descubrieron en Kansas durante las expediciones de 1870 y 1871. Suficientes restos fueron recuperdos como para podr establecer que la envergdura alar de este animal fue de más de seis metros, convirtiéndose en el mayor reptil alado que se había conocido hasta el momento. El estudio detallado de los esqueletos del pterosaurio fue culminado con la definición de un nuevo género, Pteranodon, representante de un nuevo orden de pterosaurios.
La siguiente de sus monografías estuvo protagonizada por un nuevo orden de mamíferos, los amblípodos (Marsh, 1886). Concretamente, los dinocerados del Eoceno de las Montañas Rocosas. En los 14 años anteriores había estrito más mas 34 artículos sobre estos organismos. En el nuevo volumen Marsh describió 29 especies, la mayoría de las cuales habían sido propuestas por él mismo. A él corresponde, sin duda el establecimiento de la estructura de este grupo así como de sus afinidades, situándolos como un grupo independiente dentro de los ungulados.
En 1896 Marsh publicó su obra culmen sobre dinosaurios, Dinosaurs of North America, que no pretendía ser un trabajo definitivo sino la introducción a una serie de monografías sobra cada uno de los diferentes órdenes de dinosaurios. Desafortunadamente, Marsh falleció antes de poder iniciar esas monografías, aunque muchas de las recostrucciones que hizo de las diferentes especies sí fueron publicadas.
Está claro que Marsh fue un gran paleontólogo, capaz de poner a los Estados Unidos a la altura del registro fósil que atesoran. Desde que inició su actividad profesional, su país pasó de una posición científicamente pasiva a liderar el avance de los conocimientos evolutivos. Si bien es cierto que su figura tiene detrás una leyenda negra que, en parte, oscurece sus logros. Fue un hombre de un carácter muy difícil: egoista, posesivo, ambicioso y prepotente. Su rivalidad con Cope tampocó despertó las aptitudes más caballerosas de la época. Fue tan fuerte esa rivalidad que ambos llegaron a dilapidar sus fortunas personales en persecución de más y mejores fósiles. Finalmente, Marsh incluso fue acusado por sus subordinados de apropiarse de muchas de sus ideas y descubrimientos. Todo ello nos deja con una visión ambivalente sobre este personaje.
Referencias
- Marsh, O.C. 1874a. On the Structure and Affinities of the Brontotheridae. American Journal of Science, 7: 81-86.
- Marsh, O.C. 1874b. Fossil Horses in America. The American Naturalist, 8: 288-294.
- Marsh, O.C. 1877. Introduction and Succession of Vertebrate Life in America. Nature, 16: 448-450, 470-472, 489-491.
- Marsh, O.C. 1879. History and Methods of Paleontological Discovery. American Journal of Science, 18: 323-259.
- Marsh, O.C. 1880. Odontornithes: a Monograph on the Extinct Toothed Birds of North America. Yale University Press, New Haven.
- Marsh, O.C. 1882. The Wings of Pterodactyles. American Journal of Science, 23: 255.
- Marsh, O.C. 1886. Dinocerata: a Monograph of an Extinct Order of Gigantic Mammals. Monographs of the U.S. Geological Survey, 10: 1-243.
- Marsh, O.C. 1896. The Dinosaurs of North America. 16th Annual Report of the U.S. Geological Survey, part I, pp. 133-244. Washington.
- McCarren, M.J. 1993. The Scientific Contributions of Othniel Charles Marsh: Birds, Bones, and Brontotheres. Peabody Museum of Natural History Special Publication, 15: 1-66.
- Schuchert, C. 1938. Biographical Memoir of Othniel Charles Marsh, 1831-1899. National Academy of Sciences of the United States of America Biographical Memoirs, 20: 1-78.
- Schuchert, C. & LeVene, C.M. 1940. O. C. Marsh: Pioneer in Paleontology. Yale University Press, New Haven.
Hay disponible un repositorio on-line con muchos de los artículos de Marsh.